El último Delfín, Humberto II de la Tour du Pin, derrochó su patrimonio financiando una desastrosa cruzada para conquistar tierra santa.Su esperanza era vender su patrimonio al Papa Benedicto XII en 1339, pero en medio de la negociación el trato fue deshecho.Este estatuto fue sujeto a las deliberaciones del Parlamento local, teniendo como consecuencia, la conservación de sus privilegios territoriales.En 1499, los títulos fueron sancionados por Autoridad Apostólica y el Colegio Cardenalicio, pasando a formar parte de la nobleza pontificia.Luis II, que sucedió a Alberto en 1922, nunca tuvo el título para sí.Sin embargo, su sucesor Raniero III lo continuó reclamando, posiblemente por la creencia de que, como sugiere François Velde, fue «implícitamente recreado para Carlota por la República Francesa en 1919 cuando su adopción fue aprobada».A pesar de ese argumento, la República Francesa no ha creado ni recreado ningún ducado.