José de la Riva-Agüero

Perteneciente a una familia aristocrática limeña, fue un decidido partidario de la causa independentista desde muy temprano.

Establecido el Protectorado, fue nombrado presidente (prefecto) del departamento de Lima.

Pasó primero a Chile, luego retornó al Perú en 1833 y fue elegido diputado por Lima a la Convención,[2]​ que lo reincorporó al Ejército con el título de gran mariscal.

Tras el fin de aquella entidad política, pasó otra vez al Ecuador.

Viajó a España para completar su educación juvenil e iniciar su carrera naval, pero los acontecimientos derivados de la ascensión napoleónica llamaron su atención y se trasladó por un tiempo a Francia, en viaje de recreo.

En el transcurso de su viaje supo esquivar el acoso de las autoridades: en Montevideo fue apresado aunque por corto tiempo; en Buenos Aires debió huir furtivamente, pues se enteró de que le iban a obligar a regresar a España; algo similar le ocurrió en Mendoza.

En 1816 escribió una Manifestación histórica y política de la revolución de América, publicada anónimamente en Buenos Aires en 1818 en la cual exponía veintiocho causas que justificaban la insurgencia contra el régimen virreinal.

El dominio del Pacífico abría la posibilidad ponderada por los realistas de invasión libertadora no solo a los Puertos Intermedios, sino hasta Panamá o Nueva España.

Precisamente, fue uno de los que influyeron en el paso del célebre Batallón Numancia a las filas patriotas.

No obstante y pese a que San Martín eligió a otro Prefecto de Lima, Riva Agüero se mantuvo en el despacho, hasta después del retiro del Protector.

Dicha situación dio origen al primer golpe militar de la historia republicana peruana.

Pocos días después, el mismo Congreso lo ascendió a Gran Mariscal y dispuso que utilizara la banda bicolor como distintivo del poder ejecutivo que administraba (4 de marzo de 1823).

Su obra gubernativa se concretó en los siguientes puntos: Al quedar Lima desguarnecida, el jefe realista José de Canterac avanzó desde la sierra contra la capital.

Riva Agüero no acató tal disposición congresal y se embarcó a Trujillo con parte de las autoridades.

Lo cierto es que tal expedición no se produjo y Riva Agüero abandonó Europa en 1828, retornando a América.

Alegó estar colmado de deudas, razón por la que ya no podía permanecer en el Viejo Continente.

Sólo después que el gobierno peruano puso el cúmplase a la resolución legislativa que suspendía su proscripción (16 de mayo de 1831), Riva Agüero pudo retornar a su patria.

Del mismo modo, estos colegios electorales debían elegir a los diputados al Congreso extraordinario, cuya labor sería la calificación de las actas electorales y proclamación del presidente.

Candidatos a la presidencia resultaron los generales Pedro Pablo Bermúdez, Domingo Nieto, Luis José de Orbegoso y Riva Agüero, en ausencia.

Esa situación, así como la pugna entre el Ejecutivo con la Convención Nacional recientemente instalada, determinaría, para solucionar la crisis, dado el término del período de Gamarra sin tener sucesor, que la Convención Nacional eligiera a un presidente provisorio.

Logró que se aprobara su reincorporación al Ejército peruano en 1834, consiguiendo recuperar su rango de Gran Mariscal.

Su viuda se retiró a la comuna flamenca de Niel, al norte del país, residiendo en el antiguo castillo del mismo nombre asiento de los Looz Corswarem, mientras que los hijos menores terminarían adoptando la nacionalidad belga (1872).

José de la Riva Agüero.
Efigie de la Riva Agüero en el Panteón de los Próceres en Lima.