Fue detenido por estos, y nuevamente movilizado con destino al Gobierno Militar de Burgos hasta terminar la guerra.
Cuando tenía tres años sufrió una caída frente al caserío, sufriendo un fuerte traumatismo craneal, y llevado al médico de Marquina, el daño físico en su vista era irreparable, de tal forma que perdió el ojo izquierdo, que le fue reemplazado por uno artificial.
Las secuelas del accidente influyeron en el temperamento futuro de José María, así como en la sobre-protección que su madre le dedicó desde entonces.
En consecuencia, profundizó en la espiritualidad del Movimiento Sacerdotal de Vitoria, teniendo como especiales preceptores a Joaquín Goikoetxeandia y Juan Thalamas.
Celebraban un promedio de tres reuniones por mes, a las que se añadían las juntas ordinarias y extraordinarias.
[11] Tanto Lekuona como José Miguel Barandiarán trasladaron a los seminaristas el valor de la observación crítica, siendo reacios al mero estudio.
Consiguió permiso para seguir estudiando Teología en el seminario de esa ciudad, aprobando y logrando pasar a un nuevo curso.
Este trato con los jóvenes aprendices le llevó a dinamizar la Acción Católica como centro de ocio social, cultural y religioso.
Además, creó en 1942 nuevas secciones como la Juventud Deportiva, la Academia de Sociología, y la revista Aleluya destinada a los reclutas que marchaban fuera.
No se repuso en su totalidad, y en febrero de 1967 sufrió una embolia cardíaca, por la que fue operado en Madrid, donde le pusieron una prótesis artificial en su corazón.
La compleja operación finalizó bien, pero los días sucesivos Arizmendiarrieta sufría al no cicatrizarse las heridas que se infectaron, era el llamado «mal del quirófano».
[8][13] El cadáver se expuso en la parroquia durante dos días, pasando miles de personas a rendirle homenaje.
[14] Arizmendiarrieta promovió un modelo organizativo abierto sin distinción de razas, creencias, clases ni género, que era a su vez participativo e inter-dependiente.
Para ello, amplió una sección de enseñanzas en la Escuela Profesional, enfocada a las 400 obreras solteras que existían en Mondragón.
Tras varios años de dinámico crecimiento, se produjo una especialización creándose tres divisiones, lechería, ganadera y forestal.
Con los años, las dos primeras se integraron en el Grupo agro-alimentario Erkop, y la actividad forestal en la División de Construcción.
Los estudiantes trabajarían en régimen cooperativo durante media jornada, que debía ser compatible con las exigencias escolares de los socios.
Su actividad es el servicio de restauración directo o preparado in situ para escuelas, empresas, residencias y hospitales.
[26][27] Arizmendiarrieta en su afán por la justicia social y la dignidad humana de las personas, no fue un visionario que crease modelos empresariales por intuición.
Tenía amplios conocimientos históricos, empresariales e ideológicos basados en muchos años de observación y lectura.
Fue la mayor cooperativa industrial de la época, siendo su director gerente Toribio Echevarria,[32] admirado y querido por Arizmendiarrieta por su profesionalidad e integridad.
Los temas eran diversos y desconocidos para la audiencia, como por ejemplo las cooperativas campesinas rusas koljós, la autogestión yugoslava o la cogestión alemana.
Pero abogaba por la formación dual, para no dejar toda la carga del coste de los estudios a la comunidad, sino que el propio alumno debía asumir una parte.
[44] El propio Valle del Alto Deba donde se ubica Mondragón, no destaca por ninguna riqueza natural, sino que su desarrollo está promovido y creado por la laboriosidad de sus habitantes.
[45] Respecto a la Unión, lo concebía como un signo de solidaridad en democracia, por lo que las cooperativas debían ser democráticas teniendo cada socio un solo voto.
[47] Después de la guerra civil y prohibidos los sindicatos, la doctrina social cristiana estuvo presente en las organizaciones obreras católicas, adquiriendo en los años 60 un mayor desarrollo.
Ormaetxea señalaba que “Acepté, a pesar de desconocer totalmente el negocio bancario, y apenas saber interpretar un balance”.
Asimismo, Arizmendiarrieta convenció a Gorroñogoitia para compaginar las dos presidencias, dada su gran ascendencia en los Consejos Rector y Social de ULGOR.
Para financiar sus instalaciones, pidió subvenciones en los organismos públicos y un préstamo a Laboral Kutxa, que solicitó avalistas.
[10] - En las cooperativas no existían sindicatos, asumiendo sus funciones el Consejo Social, y en 1966 comenzaron las primeras críticas de sectores izquierdistas y sindicales, al considerar que el cooperativismo era una solución insuficiente para la sociedad, al ser un socialismo “de puertas para adentro”.