Tales ideas se convierten en un rasgo fuertemente identitario, de forma similar a la religión, la nación, la clase social, el sexo, partido político, club social, etc., y se forman tanto grupos pequeños y cerrados como las sectas o grupos mayores y abiertos como los partidarios de un equipo de fútbol.Exteriormente se ha asociado con mayor fuerza a la política, donde el clientelismo de los partidos impone unos intereses estrechos y cerrados.Por ello suelen acabar produciendo una separación entre las ideas y su práctica difícilmente asumible en la realidad.Interviene sobre el interés personal y cohesiona el grupo donde se asienta, porque construye una identidad ficticia como forma de vivir y valorar una realidad construida al margen de ella misma.Su origen se sitúa en el ámbito personal, de acuerdo con las necesidades que sustentan socialmente un determinado pensamiento.Karl Mannheim y Max Scheler enmarcan la ideología en el marco de la sociología del saber.Sin embargo, es difícil comprender cuándo y en qué términos una filosofía pasa a ser ideología.[9][10] Marx pone el ejemplo de la división de poderes como idea dominante, proclamada ahora como «ley eterna» en la época en la que se disputan el poder en un país la corona, la aristocracia y la burguesía.Esta crítica llegó a la economía política burguesa en La miseria de la filosofía y más tarde El capital.Estos impulsores incluyen tanto intereses subjetivos oscuros como la constelación económica objetiva.Sin embargo, la economía "determina el modo cómo se modifica y desarrolla el material de ideas preexistente" indirectamente, "ya que son los reflejos políticos, jurídicos, morales, los que en mayor grado ejercen una influencia directa sobre la filosofía".La negación de un "desarrollo histórico independiente" no significa que no pueda ser puesto en el mundo, una vez por otras causas, en última instancia económicas, y puede tener un efecto en su entorno, de hecho su propia causa.[10] Esta crítica ha contribuido a una desconfianza académica hacia nociones como "objetividad", "neutralidad", "universalidad" y semejantes.[9] Entre los marxistas que se han dedicado al estudio de la ideología, o han hecho comentarios significativos sobre el tema, están Marx y Engels, Lenin, Kautsky, Lukács, Althusser, Gramsci, Theodor Adorno y, más recientemente, Slavoj Zizek.[15] Gramsci decía que los análisis culturales e históricos del “orden natural de las cosas en la sociedad” establecido por la ideología dominante permitirían a hombres y mujeres con sentido común percibir intelectualmente las estructuras sociales de la hegemonía cultural burguesa.[16] Pese a que comúnmente suele hablarse de una teoría de la ideología homogénea en el marxismo, ligada al esquema base-superestructura, existen numerosas variaciones teóricas que tratan este tema.Dichas doctrinas, codificadas y poco cuestionables, eran enseñadas académicamente, con una sección incluso en la Academia de Ciencias.Para este autor, Minogue plantea inmediatamente una versión inversa a esta poniendo de cabeza sus premisas básicas: Las características de esta noción de ideología como "dogma crítico" se destacan particularmente en el marxismo, y todas tendrían como particular característica su tendencia a degenerar en "sociologismos" y "psicologismos" autocontradictorios (teorías de conspiración en las cuales las formas de organización social no serían necesidades históricas que generarían los grupos sociales dominantes y sus "ideologías", sino a la inversa serían elites las que crearían la sociedad con una ideología que haría posible su poder; idea esta última que el epistemólogo Karl Popper ya había denunciado como parte de un marxismo vulgarizado y malinterpretado).Debido a ello, la comunidad de intereses inter-individuales de la que presume el revolucionario ideológico es una ficción útil (el leninismo habría sincerado este hecho al afirmar que "los burgueses compiten para vender la soga con la que los van a ahorcar"),[cita requerida] pero termina siendo una realidad forzada cuando la ideología llega al poder.Minogue vuelve así, contra las propias doctrinas sistémico-clasistas (que tratan de "ideológico" a todo pensamiento), la acusación de reificación ideológica en nuevos términos, particularmente al marxismo, la generación y dependencia para con sus propios intereses revolucionarios en una opresiva sociedad sin clases.En ese contexto cultural se entiende la formulación del concepto de la tercera vía (Anthony Giddens), una adaptación a la globalización y el liberalismo económico triunfante desde posiciones socialdemócratas (el laborismo británico de Tony Blair o incluso la presidencia de Bill Clinton) que en la práctica es una aproximación a muchas concepciones del conservadurismo.Desde la posición pedagógica crítica, la ideología está presente en los procesos educativos y sus esquemas posteriores de formación, los cuales están cargados de conceptos y narrativas que constituyen formas dominación al difundir aprehensiones que condensan intereses y sesgos propios del conocimiento o de los grupos que detentan el poder.Como constructo político, hace problemático al significado y cuestiona por qué los seres humanos tienen acceso desigual a los recursos materiales e intelectuales que constituyen las condiciones para la producción, consumo y distribución del significado.Es por este hecho que cualquier ideología se ve a sí misma como la depositaria de las ideas que pueden resolver cualquier problema de la sociedad, ya sea presente o futuro.En casos extremos, una ideología puede llevar a negar la posibilidad de disentir, dando por verdad irrefutable sus postulados.Llegados a considerar la ideología como verdad irrefutable, se abre el camino al totalitarismo, ya sea político o religioso, también llamado teocracia.