Sin embargo, la explicación no se limita a la mera comprensión subjetiva; busca proporcionar una justificación que pueda ser comunicada y evaluada racionalmente.
Si una teoría o modelo puede explicar un fenómeno pasado, y además puede predecir con éxito fenómenos similares en el futuro, se considera que la teoría tiene un buen poder explicativo.
Pero es Gilbert H. Harman con La inferencia a la mejor explicación, 1965 quien instaura la teoría como tal.
Se entiende como inferencia el paso de unos datos a una hipótesis; y por mejor al conjunto del ejercicio de ciertas virtudes pragmáticas como: la simplicidad, poder explicativo y fecundidad.
En este sentido suelen distinguirse tres formas de explicación: