Explicación científica

El interés por saber con precisión qué es una explicación científica tiene múltiples raíces y si bien quienes estudian el problema son los filósofos de la ciencia, se trata de una cuestión que, como sugieren los ejemplos anteriores, no solo atañe a los especialistas.

Los intentos de precisar qué es una explicación pueden rastrearse hasta Parménides y quizá antes.

El mérito le corresponde al artículo de Carl Hempel y Paul Oppenheim (1948) Studies in the logic of explanation,[5]​ publicado en 1948, en el que se presenta el renombrado modelo de explicación científica por cobertura legal.

Pese a las preocupaciones de Parménides, pero siguiendo otra antiquísima tradición, Hempel y Oppenheim (1948) interpretan que las explicaciones son argumentos deductivos, en los cuales las premisas explican un hecho (o una regularidad) descrito por la conclusión del argumento.

En otras palabras, según el modelo de cobertura legal, explicar un hecho (o una regularidad) es incluir ("subsumir") su descripción en una generalización.

Según el modelo de cobertura legal la explicación y la predicción científicas son estructuralmente idénticas: solo se distinguen porque en la primera el hecho esperable ya ha ocurrido, en tanto que en el segundo caso, el hecho aún está por suceder.

También debe quedar claro que este intento no siempre es meramente descriptivo.

En algunos casos, los análisis que ofrecen estos autores son también normativos: no solo dicen como son las mejores explicaciones de la ciencia, sino también como debe ser una buena explicación científica.

Tal es la base del modelo de explicación causal propuesto por el filósofo norteamericano Wesley C. Salmon.

Entre ellos, los más prominentes son la explicación «mecanísmica» defendida por el argentino Mario Bunge y las diferentes explicaciones mecanicistas descritas por los estadounidenses William Bechtel, Stuart Glennan, Peter Machamer y colaboradores.