El modelo de cobertura legal es muy cercano a la idea pre-teórica que muchas personas no expertas pueden tener sobre la explicación científica.
[3] Más recientemente, John Stuart Mill y Ernest Nagel,[4][5] entre otros, sostuvieron la idea de que explicar equivale a «subsumir» aquello que se desea explicar a una generalización o ley científica.
Una explicación según el modelo N-D sería algo así: Como dijimos, hay tres variedades de explicaciones C-L, a saber: (a) nomológico-deductivas (N-D), (b) estadístico-deductivas (E-D) y (c) estadístico-inductivas (E-I).
La estructura de los modelos N-D y E-D es, desde luego, deductiva, pero se distinguen entre sí porque en el primero de ellos las leyes del explanandum son universales, en tanto que en el segundo esas leyes son estadísticas.
Aparte de lo dicho, ambos modelos son casi idénticos, por lo que no merecen aquí análisis diferentes.
El caso es distinto en lo referente a las explicaciones E-I, que presentan leyes estadísticas en el explanans y se caracterizan porque su estructura argumental es inductiva.
Más precisamente, en el contraejemplo A, en que se propone que la explicación se realiza en términos de causa y efecto, pero sin aludir a ley alguna y, por ende, sin constituir un argumento.
Hempel[16] ilustra esta idea recurriendo a su famoso ejemplo de las investigaciones del médico austríaco Ignàc Semmelweis.
Como se ve, en esta explicación no se hace alusión expresa a ninguna ley general, pero la propia explicación presupone que la contaminación con materia cadavérica generalmente lleva al envenenamiento de la sangre.
Tal como está planteado, este ejemplo ⎯ debido a Sylvain Bromberger[18]⎯ muestra que un argumento deductivo con datos empíricos (la altura del mástil y la posición del sol) y leyes pertinentes (la de la propagación rectilínea de la luz) actuando como explanans permite deducir (explicar y predecir a la vez) otro dato empírico (la longitud de la sombra del mástil).
Esta opción es difícil de aceptar, pues si alguien preguntara “¿Por qué ese mástil tiene una altura X?” esperaríamos, más bien, una respuesta relacionada con las intenciones y logros de la persona que construyó y montó el mástil.
Y ¿permite cualquiera de esas deducciones una mejor comprensión del fenómeno que deseamos entender?
En este caso, proporcionado por Wesley Salmon,[20] es la pertinencia explicativa de las premisas la que se halla en juego.