[4] En solemne ceremonia realizada sobre las barrancas que dan al río Paraná, —generalmente se supone que en el sitio en donde se estaba construyendo la batería Libertad[5]— Belgrano dio a conocer por primera vez la bandera de su creación.
He dispuesto para entusiasmar las tropas y á estos habitantes, que se formasen todas aquellas, y les hablé en los términos de la copia que acompaño.
[6] De las comunicaciones de Belgrano algunos autores deducen que la bandera fue colocada en la batería Independencia, pues la batería Libertad no estaba terminada y no fue mencionada por Belgrano.
La tropa de mi mando no menos ha demostrado el patriotismo que la caracteriza: asistió al rayar el dia á conducir la bandera nacional, desde mi posada, que llevaba el barón de Holemberg, para enarbolar en los balcones del ayuntamiento, y se anunció al pueblo con quince cañonazos.
Por la tarde se formó la tropa en la plaza, y fui en persona á las casas del ayuntamiento, donde este me esperaba con su teniente gobernador: saqué por mí mismo la bandera y la conduje acompañado del expresado cuerpo, y habiendo mandádose hacer el cuadro doble, hablé á las tropas, según manifiesta el n° 1, las cuales juraron con todo entusiasmo, al son de la música y última salva de artillería, sostenerla hasta morir.
Á la puerta de mi posada hizo alto la columna, formó en batalla, y pasando yo por sobre las filas la bandera, puedo asegurar á Vuestra Excelencia que vi, observé el fuego patriótico de la tropas, y también oí en medio de un acto tan serio murmurar entre dientes: "Nuestra sangre derramaremos por esta bandera (...)" No es dable á mi pluma pintar el decoro y respeto de estos actos, el gozo del pueblo, la alegría del soldado, ni los efectos que palpablemente he notado en todas las clases del Estado, testigo de ellos: solo puedo decir que la patria tiene hijos que sin duda sostendrán por todos medios y modos su causa, y que primero perecerán que ver usurpados sus derechos.
Á Vuestra Señoría le sobra penetración para llegar con ella al cabo de la trascendencia de tal proceder: el gobierno, pues, consecuente á la confianza que ha depositado en Vuestra Señoría, deja á Vuestra Señoría mismo la reparación de tamaño desorden; pero debe igualmente prevenirle que esta será la última vez que sacrificará hasta tan alto punto los respetos de su autoridad, y los intereses de la nación que preside y forma, los que jamas podrán estar en oposición á la uniformidad y orden.
Para hacer ver mi inocencia, nada tengo que traer mas á la consideración de Vuestra Excelencia, que en 3 de marzo referido no me hallaba en el Rosario; pues, conforme á sus órdenes del 27 de febrero, me puse en marcha el 1° ó 2 del insinuado marzo, y nunca llegó á mis manos la contestación de Vuestra Excelencia que ahora recibo inserta; pues á haberla tenido, no habría sido yo el que hubiese vuelto á enarbolar tal bandera, como interesado siempre en dar ejemplo de respeto y obediencia á Vuestra Excelencia, conociendo que de otro modo no existiría el orden, y toda nuestra causa iría por tierra.
En seguida se circuló la orden, llegó á mis manos; la batería se iba á guarnecer, no habia bandera, y juzgué que sería la blanca y celeste la que nos distinguiria como la escarapela, y esto, con mi deseo de que estas provincias se cuenten como una de las naciones del globo, me estimuló á ponerla.
Señor, si, á pesar de aquella orden, yo, hubiese querido hacer frente á las disposiciones de Vuestra Excelencia; no así estando enteramente ignorante de ella; la que se remitiría al comandante del Rosario, y obedecería, como yo lo hubiera hecho si la hubiese recibido.
En esta comunicación Belgrano volvió a decir que la bandera era blanca y celeste.
Cuando Belgrano viajó junto a Bernardino Rivadavia en misión diplomática a Londres en 1815 fue retratado por el artista francés François Casimir Carbonnier, observándose en el retrato que junto a él hay un detalle de una batalla —la de Tucumán según algunos autores, la de Salta, según otros— en la que ondea una bandera blanca en su mitad superior y celeste en la inferior.
Una opinión generalizada es que tales banderas habrían sido usadas por las tropas patriotas directamente comandadas por Belgrano en 1813.
Tal opinión es cuestionada por el Instituto Nacional Belgraniano y por historiadores militares como Juan Beverina.
El escritor Adolfo Mario Golman en su libro Enigmas sobre las primeras banderas argentinas supone que Belgrano en su escape del campo de batalla entregó las banderas al párroco Juan de Dios Aranívar, quien se dirigió a Titiri y las escondió.
Refirieron también que Belgrano se hospedó en la casa parroquial de Macha.
La declaración habría tenido el objeto de esconder una bandera para no entregarla a la Argentina.
[20] Algunos autores creen que las dos banderas de Macha son realmente las banderas enarboladas por Belgrano en Rosario (la celeste al medio) y Jujuy (la blanca al medio).
El historiador Eduardo O. Dürnhöfer abordó el tema refiriendo que cuando fue comisionado por el Museo Histórico Nacional en 1997 para viajar a Sucre portando una carta solicitando la devolución de la bandera de Manuel Belgrano, iba creyendo que la bandera que estaba en Bolivia era de color azul y roja, según se había informado en 1885 cuando fueron encontradas las banderas.
Sin embargo, la bandera que estaba en Sucre era blanca-celeste-blanca, con manchas de sangre seguramente producidas por una batalla, razón por la cual se había informado erróneamente que la bandera tenía colores azul-rojo.
[25] El paseo del estandarte real fue suprimido por la Regencia y las Cortes de España en 1812.
El paseo de la bandera nacional sustituyó pues al del estandarte real.
Cuando el gobierno patriota ofició a Belgrano el 3 de marzo de 1812, le ordenó no levantar un símbolo nacional nuevo (albiceleste) y le envió una rojigualda para uso militar, diciéndole que es la que hasta ahora se usa en esta fortaleza, y que hace el centro del estado.
[34] Al independizarse las Provincias Unidas de Centroamérica (formadas por los actuales países de El Salvador, Nicaragua, Honduras, Guatemala y Costa Rica), adoptaron no sólo ese nombre sino también la bandera diseñada por el líder independentista Manuel José Arce, quien al presentarla recordó expresamente a los héroes argentinos San Martín y Belgrano.
Posteriormente, al separarse dichos estados, cada uno adoptó un diseño derivado del original.
La bandera menor aprobada estaba dividida en tres fajas horizontales de igual tamaño, de color celeste la superior e inferior y color blanco la central.
Los partidarios del azul (azur) han señalado que el celeste no es un color heráldico, por lo que no pudo ser el color de la bandera, pues la demás banderas de la época seguían las reglas heráldicas.
En 1869 el presidente Domingo Faustino Sarmiento autorizó embanderar casas y edificios en las fechas patrias, hasta entonces prohibido, otorgándole un sentido más popular y democrático a su significación.
Que la sanción de 1818, consigna “azul” y agrega: “en el modo y forma hasta ahora acostumbrado”, lo que para el General Mitre, autorizado intérprete en esta cuestión fundamental, significa que quedaba en todo su vigor lo anterior sobre el color, “que siendo la regla le sirve de comentario”; Que corresponde, entonces, tomar la expresión: “en el modo y forma hasta ahora acostumbrado”, no solo en cuanto atañe a la forma del paño, sino al color que tuvo presente el soberano cuerpo de Tucumán, al expresar en 1816, inmediatamente de las palabras “celeste y blanca”: “de que se ha usado hasta el presente”; Que no debe mudarse por otro el matiz impuesto por el benemérito creador de la enseña patria, al inaugurar la bandera en 1812 formada de “blanco y celeste”, “conforme a los colores de la escarapela nacional”, que nos habría de distinguir de las demás naciones; Agregó además el decreto como factor decisivo las instrucciones a Brown y Bouchard, y Que estos colores están vinculados a la mejor tradición de España que nos dio su religión, su genio y su lengua.
Artículo 1: Tienen derecho a usar la Bandera Oficial de la Nación, el Gobierno Federal, los Gobiernos Provinciales y del Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, así como también los particulares, debiéndosele rendir siempre el condigno respeto y honor.