Durante los años siguientes, los combates se centraron en los Países Bajos Españoles, Renania, el Ducado de Saboya y Cataluña.
Luis XIV también reconoció a Guillermo III como el legítimo rey de Inglaterra, mientras que los neerlandeses adquirieron fortalezas de barrera en los Países Bajos Españoles para ayudar a asegurar sus fronteras y se les concedió un tratado comercial favorable.
Sin embargo, ambos bandos veían la paz como solo una pausa en las hostilidades, ya que no resolvía la cuestión de quién sucedería al enfermo y sin hijos Carlos II de España como gobernante del Imperio español, una cuestión que había dominado la política europea durante más de tres décadas.
[2] Se apoderó del territorio necesario en las Reuniones, una estrategia que combinaba legalismo, arrogancia y agresión.
Sin embargo, al intentar construir su frontera inexpugnable, Luis XIV alarmó tanto a los demás estados europeos que se hizo inevitable una guerra general, que había tratado de evitar.
Sus fortalezas no solo cubrían sus fronteras, sino que también proyectaban el poder francés.
El papa Inocencio XI, en parte debido a su enojo por el fracaso de Luis en emprender una cruzada contra los turcos, les dio su apoyo secreto.
Sin embargo, Luis XIV observaba con aprensión los avances de Leopoldo I contra los otomanos.
Sin embargo, un ultimátum francés emitido en 1687 no logró obtener las garantías deseadas del Emperador, cuyas victorias en el este hicieron que los alemanes estuvieran menos ansiosos por llegar a acuerdos en el oeste.
El ataque produjo la unión de los príncipes alemanes con el emperador, el cual, sin embargo, todavía estaba envuelto en una guerra con el Imperio otomano.
Siguiendo su política agresiva contra los territorios germanos, Luis XIV mandó sus ejércitos a aquel país en 1688.
En el ejército francés se había concluido la reforma de Louvois, quien reestructuró toda la fuerza militar francesa, haciendo de ella no solo la mejor y más preparada, sino también la más numerosa.
La infantería estaba uniformada e instruida, y usaban bayonetas, que ya comenzaban a usarse.
La única pieza de armamento antiguo era la pica, que había sido ya descartada por las tropas del Imperio en su guerra contra los turcos otomanos.
Esta medida, puramente militar, tomada por Louvois tenía el único propósito de refrenar el avance del ejército enemigo.
La acción militar fue poco provechosa para los franceses; el mariscal Duras, comandante francés, se vio obligado a resistir en la orilla oriental del medio Rin, y lo único que se le ocurrió fue ir a devastar Baden y Brisgovia, de una importancia militar nula.
El ejército principal de los aliados llegó mucho más al norte, por lo que no encontraron ninguna oposición a su avance.
Los franceses también consiguieron la victoria en el mar, venciendo a la flota anglo-holandesa en la batalla de Beachy Head, aunque este dominio no se vio continuado debido al envío de refuerzos para apoyar a los jacobitas y a que no se marcó como objetivo el mantener el control del canal de la Mancha.
La guerra en el mar no destacó por ser una sobresaliente muestra de energía o capacidad, aunque sí fue singularmente decisiva en sus resultados.
Los británicos vencieron en 1692 en la batalla de Barfleur y obtuvieron una importante victoria naval en La Hogue.
Esta decisión fue tomada, probablemente, para mejorar sus posibilidades de colocar a un Borbón en el trono español cuando muriera sin descendencia Carlos II.