Explicación

La explicación es el subsiguiente a la comprensión que hace posible la justificación de una creencia.

[3]​ Dicho conjunto debe estar previamente definido y ser más conocido o aceptado como válido por todos los interlocutores.

Se trata de una inclusión lógica, no meramente lingüística, que implica asimismo una validez reconocida por una comunidad competente.

[6]​ Que el ideal de la explicación así descrita pueda ser realizado o no, así como los posibles métodos mediante los cuales pudiera realizarse, es la cuestión que trata el contenido del presente artículo.

En la Baja Edad Media, tras la recuperación del pensamiento aristotélico, a partir del siglo XI, se consolidó un nuevo modo de explicación en la medida en que Santo Tomás, mediante la distinción entre ser de esencia y ser de existencia[8]​ justificaba que el mundo, además de creado, sobre todo era contingente; con independencia de que pudiera ser eterno o no eterno, pero no necesariamente eterno como pensaba Aristóteles, cuya explicación teleológica Santo Tomás remite, en último término, a Dios.

Nace así lo que se ha venido a llamar la explicación científica: La Ciencia Moderna.

Este modo de explicación científico ha sido predominante hasta mediados del siglo XX en que dicho modelo de explicación ha sido puesto en crisis sobre su propio fundamento.

Se entiende como inferencia el paso de unos datos a una hipótesis; y por mejor al conjunto del ejercicio de ciertas virtudes pragmáticas como: la simplicidad, poder explicativo y fecundidad.

Como dice Aristóteles, surge un problema cuando algún suceso, alguna observación, alguna experiencia, nos produce admiración porque no entra dentro de lo previsto por nuestras creencias.

Desde siempre se considera que este hecho es específico de la razón humana.

El mundo se manifiesta a través de los sucesos cuya explicación racional es lo que entendemos como Ciencia.

Por eso hizo una distinción entre explicación y comprensión, justificada en los conocimientos relativos a la fe, como conocimientos que podían ser explicados, pero no comprendidos[17]​ Esta distinción cobró toda su importancia con el pensamiento de Dilthey al separar el conocimiento científico en dos ámbitos claramente diferenciados: las Ciencias de la Naturaleza y las Ciencias del espíritu, reservando para estas últimas el concepto de comprensión.

El argumento deviene así: Dadas las leyes generales (o teoría, que engloba varias leyes) A, B, C; y las condiciones fenoménicas, h, i, j,... se producirán los fenómenos s, t, v... como demuestran los experimentos 1,2,3,....n que lo confirman.

Lo que hipotéticamente equivale al argumento: Si se dan las condiciones, como causas, se producen los fenómenos previstos por la teoría que establece la ley general, como efectos.

Fundamento de una concepción determinista de la ciencia que, en su caso extremo,[21]​ pretende una explicación mecánica, mecanicismo, que considera la realidad formada por partículas (masas) que se mueven en un espacio y tiempo absolutos y cuyos choques conforme a las leyes establecidas por Newton, producen los fenómenos de la experiencia.

Durante el siglo XVIII y XIX los éxitos indiscutibles de las Ciencias de la Naturaleza, en especial la Física, y sus aplicaciones técnicas no cuestionaron a fondo la lógica del método; bien fuera entendida la ciencia como descriptiva, en sentido fenomenalista, o explicativa, en sentido realista.

En este sentido, si alguna teoría científica había probado su validez y, por tanto, su verdad en la ciencia, así como su utilidad en el dominio de la Naturaleza, era la teoría de la Gravitación Universal, fundamento de la Física clásica, soporte sobre el que el gran progreso científico-técnico del XVIII y XIX se había sustentado.

Entendemos por constrastación el sometimiento de una teoría, hipótesis o ley general a la prueba del experimento.

Según Popper la inducción nunca podrá dar lugar a una verdad de tipo general.

[29]​ Pero la falsación refuta e invalida la hipótesis, ley o teoría, de forma lógicamente válida con fundamento en el modus tollens.

Según esto se hace posible que leyes muy generales puedan ser consideradas explicativas y no meramente especulativas, como tendían a pensar los positivistas.

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