Es decir, es el concepto o idea que se asocia a la forma sensible o perceptible (significante) del signo y al objeto que representa (su referente) en todo tipo de comunicación (véase triángulo semiótico).
En otras palabras, es aquello de lo que se dice algo.
[1] El Triángulo de Ogden y Richards es flexible: puede transformarse solo en un segmento cuando pierde alguno de sus tres elementos (por ejemplo, el significado en el caso de algunos nombres propios o los pronombres, que no tienen significado fijo), o puede transformarse en rombo y otros polígonos mediante fenómenos como la polisemia (se añaden más significados y referentes a un solo significante), la sinonimia (se añade un significante más al menos a un solo significado y referente) y la homonimia (un solo significante posee al menos dos significados y dos referentes, o más).
Los partidarios de la inclusión (Charles Kay Ogden, Ivor Armstrong Richards, Charles Peirce etc.) responden que: Existen signos lingüísticos que poseen solo significante y referente, y carecen de significado lingüístico.
En una transmisión realizada en un código desconocido, por ejemplo, o en xenolingüística, habría que encontrar los referentes comunes para poder reconstruir los significantes y significados pertinentes.