Nombre propio

Tienen especial relevancia los nombres propios referidos a la nacionalidad, ideología, religión etc., pues adquieren un elevado papel simbólico-sentimental.Tan es así que el nombre registrado, junto al logotipo, puede llegar a ser un valor importante en los activos de una empresa.Por sí mismos, los nombres propios no deben tener significado puesto que, por definición, son únicos.A veces una especial circunstancia o cualidad: Platón, el de las anchas espaldas, era una designación secundaria; su nombre propio era Aristocles.Con el cristianismo, en Occidente, al menos, se tomó la costumbre de “nombrar” al recién nacido bajo el patrocinio de un santo, haciéndose coincidir con el bautismo en el que se supone que el hombre nace a una nueva vida.