[9][10][11] Una vez finalizado el ataque aéreo contra la población civil, la aviación obtuvo refugio en Montevideo, Uruguay.
[22] Ese mismo año se realizaron las elecciones presidenciales en las que Perón volvió a ganar, ampliando su apoyo hasta alcanzar un 62,49 %.
En 1953, un piloto de la Fuerza Aérea que tripulaba los nuevos aviones a reacción británicos Gloster Meteor había ofrecido al capitán Francisco Manrique un atrevido plan.
[25][26][27] Una vez consumado el golpe de Estado los responsables fueron amnistiados por la dictadura llamada Revolución Libertadora.
El general dijo aceptar la convocatoria, pero tras entrevistarse con algunas otras personas llegó a la conclusión de que el plan no se sustentaba sino en un grupo demasiado reducido y sin los elementos suficientes como para realizar la operación con éxito.
En 1951, el empresario había aportado recursos para apoyar la asonada fallida del general Menéndez, lo que lo llevó a prisión, tras salir en libertad marchó al Uruguay.
[34] Si bien exploraron la posibilidad de convocar a los generales Gibert, Aramburu y Anaya, las reuniones no tuvieron ningún resultado concreto.
[41][40] Entrevistado por Amadeo, Bengoa se mostró entusiasmado, pero no llegó a comprometerse para el alzamiento.
[42] En cuanto a la Fuerza Aérea, el comandante Dardo Eugenio Ferreyra logró comprometer el apoyo del capitán Julio César Cáceres, primer teniente Carlos Torcuato de Alvear (nieto), así como de unos pocos vicecomodoros y brigadieres retirados.
A partir de entonces varios oficiales viajaron regularmente entre Paraná y Buenos Aires para organizar los preparativos.
[44] Un detallado estudio de los movimientos del presidente permitió a los marinos saber que los miércoles de 9:30 a 10:30 se reunía con todos sus ministros en la Casa Rosada: durante ese lapso se podía aniquilar al más alto nivel del Gobierno con un solo ataque.
Los rebeldes consideraban que todo podía llegar a estar listo para dar el golpe cerca del 9 de julio.
El 11 de junio se produjo la gran movilización opositora que reunió 250 000 manifestantes[52] durante la Procesión del Corpus Christi desplazándose desde la Catedral al Congreso Nacional.
Pero al día siguiente de esa comunicación, Borlenghi salió del país hacia Montevideo.
[60] el 13 de junio Perón expulsó del país a los monseñores Manuel Tato y Ramón Novoa.
Sin embargo, llegada la noche, el mensajero descubrió que Bengoa había viajado esa mañana a Buenos Aires.
[78] Según el historiador estadounidense Robert Scheina, los pilotos volaron repetidamente sobre la Casa Rosada, pero la multitud creía que eran demostraciones de vuelos.
Diseminados quedaron numerosos cadáveres de civiles, quienes encontraron la muerte mientras intentaban buscar refugio en los edificios contra las bombas y la metralla.
Los pilotos se encontraban entonces en acaloradas discusiones sobre si debían adherirse o no al movimiento revolucionario.
Si bien no pudieron llegar a tiempo para impedir el bombardeo, lograron interceptar una escuadrilla naval rebelde que se retiraba de la zona.
[87] Hasta que la autodenominada Revolución Libertadora derrocara a Perón en septiembre, los sediciosos fugados continuaron exiliados en territorio uruguayo.
El siete de agosto se sumaria a un tiroteo contra en una unidad básica en Río Negro, que sería atacada desde afuera por desconocidos.
El día 13 un legislador bonaerense del Justicialismo sería acribillado a la salida de su casa por comandos.
En total huyeron a Uruguay 122 personas, entre civiles que habían organizado el bombardeo y mayormente militares.
[113] los responsables fueron aministiados por decreto de la dictadura autodenominada Revolución Libertadora, que tomó el poder tres meses después.
La masacre, según algunos historiadores dio inicio a todas las expresiones del terrorismo de Estado en la Argentina que vinieron después.
La medida también reconoce los militares que sufrieron represalias o fueron dados de baja por no sumarse al bombardeo.
En la década del 2000 se abrieron varias causas orientadas a calificar el acto como delito de lesa humanidad.
[139] Las imágenes del bombardeo a la población civil, los enfrentamientos sociales previos y posteriores al bombardeo, como así también las imágenes de los muertos, no habrían sido mostrados con su verdadero significado hasta el año 1966 en Tiempo de violencia.
El elenco estuvo integrado por Luis Machín, Violeta Urtizberea, Martín Slipak, Arturo Bonin y Osvaldo Santoro, entre otros.