Las bombas incendiarias fueron utilizadas como un arma explosiva de gran efectividad en la Segunda Guerra Mundial.
Las bombas más grandes eran llenadas con pequeñas bombas incendiarias (de racimo) y diseñadas para abrirse a determinada altitud esparciéndolas en áreas de gran extensión.
Estas bombas incendiarias alemanas (lanzadas en pequeño número), eran contenedores con aletas, llenos de querosene y aceite automotriz, envueltos con una cuerda alquitranada, y estaban transportadas por dirigibles zepelín.
El resultado esperado era producir un incendio incontrolable en las dos capitales enemigas, lo cual habría forzado la paz.
[5] La RAF también tenía su "Bomba Incendiaria Baby" (BIB), que contendía una carga de termita.