Su uso inapropiado o engañoso se considera un crimen de guerra según el derecho internacional.
También el historiador romano Cornelio Tácito lo menciona en 109 a. C. En la Edad Media llevar un distintivo blanco indicaba que su portador estaba exento de combatir: los heraldos llevaban bandas blancas, los prisioneros y rehenes apresados en batalla podían colocarse un trozo de papel blanco en su sombrero o casco y los guarnicionarios capturados a los que se había prometido un destino seguro podían llevar bastones blancos.
La tradición parece haberse desarrollado de forma independiente en Oriente y Occidente.
Tal es el caso de Francia, primero en el siglo XVII y más tarde sustituyendo a la tricolor durante la Restauración borbónica.
Por razones racialistas, esta analogía se considera hoy obsoleta.