Los efectivos militares presentes en Gibraltar eran de apenas tres mil hombres que habían quedado tras la toma de la ciudad y a los que se habían unido soldados desertores del ejército español.
[3] Los sitiados por su parte mandaron anclar una galeota en el muelle norte de la ciudad desde la cual podía abrirse fuego a las fuerzas españolas.
Tras esta coyuntura las aguas de la bahía de Algeciras fueron dominadas por la escuadra británica y la artillería española en tierra tuvo que dejar sus acciones hacia la ciudad para impedir que el cañoneo desde el mar acabara con ella.
[9][10][11] El 6 de febrero el ejército sitiador logra hacer brecha en las murallas norte de la ciudad y a pesar de la estrecha abertura dejada, insuficiente para un eficaz asalto al amanecer del día siguiente se manda atacar la ciudad por ese punto a dieciocho compañías.
El marqués de Villadarias toma esta sustitución como un insulto personal y junto a otros generales españoles se retira del campamento llevando sus quejas al rey de Francia.
Así lo hizo dejando en la zona tropas que mantuviesen las posiciones españolas.