Stanhope se rindió junto con casi todos sus hombres supervivientes y fue hecho prisionero.
La posición de los aliados en Madrid, evacuada por casi toda la población civil exceptuando a los sectores más pobres, era insostenible.
El 9 de noviembre procedieron a abandonar la ciudad, iniciando su retirada hacia Cataluña.
Este, ignorante de la acelerada aproximación del ejército franco-español, había decidido detenerse en Brihuega para dar un descanso a las tropas, y llevaba dos días acantonado en dicho pueblo.
En el asalto subsiguiente, los soldados ingleses mantuvieron un fuego graneado sobre los atacantes, causándoles tremendas bajas, y defendiéndose a la bayoneta al agotar la pólvora.