[3] El Gran i General Consell fue abolido, y sus poderes pasaron al capitán general, la nueva máxima autoridad en las islas con mayores atribuciones que el virrey al que sustituyó, y a la Real Audiencia que suplantó a la suprimida Audiencia.
Asimismo Mallorca perdió el derecho a acuñar moneda propia.
[6] Como el interés británico por Menorca era estrictamente militar —tener una base naval en pleno Mediterráneo Occidental en el que Mahón constituía un excelente puerto natural, de ahí que pasará a ser la nueva capital de la isla frente a la aristocrática Ciudadela—, la Corona mantuvo las instituciones y leyes propias de Menorca, excepto la Inquisición española que fue abolida.
Así los municipios continuaron siendo universitats gobernadas por los históricos jurats que representaban a los diferentes estamentos.
En Ciudadela eran cuatro: un cavaller (noble), un ciutadá (burgués), un pagès (campesino) y un menestral (artesano).
Esto redundo en el florecimiento de la literatura en catalán en la isla con figuras como Juan Ramis o Antoni Febrer hasta tal punto que algunos estudiosos han llamado al último tercio del siglo XVIII el «periodo menorquín de la literatura catalana».