Durante la Guerra de Sucesión Española, las flotas españolas y francesas no podían hacer frente a la poderosa flota aliada anglo-neerlandesa, por lo que se incrementaron las acciones de los corsarios.
En general los barcos franceses eran mejores y estaban más artillados que los navíos aliados.
Roemer Vlacq en el Muiderberg peleó hasta que la mitad de su tripulación estuvo muerta o herida.
Los supervivientes fueron evacuados antes de que el Muiderberg prendiera fuego y se hundiera.
A pesar de ser una incontestable victoria para los franceses, la tenaz resistencia de Vlacq propició que el convoy mercante llegara intacto a su destino, por lo que la derrota naval, a la postre, tuvo escasa repercusión en la causa de la Segunda Gran Alinza.