Aunque los dos bandos sufrieron cuantiosas pérdidas, los franceses se llevaron la victoria.
En 1705, el ejército del Duque de Vendôme, que había recibido refuerzos, intentó someter a Víctor Amadeo II de Saboya, que recientemente se había aliado con los austriacos.
Aunque el Luis José de Borbón, Duque de Vendôme avanzó hacia él a marchas forzadas, Eugenio de Saboya no cambió por ello de idea, sino que atacó tan violentamente al ejército francés que desbarató sus filas y les hizo retroceder hacia el río.
Las tropas imperiales no fueron perseguidas y se retiraron a Treviglio.
En el campo de batalla quedaron 6.584 muertos y 1.942 fueron hechos prisioneros.