Batalla de Cremona (1702)

[1]​ Un acueducto subterráneo, utilizado para evacuar al exterior las inmundicias, que pasaba bajo la casa de un sacerdote partidario de los imperiales, les permitió introducir en la ciudad a 300 granaderos y algunos obreros, que se dirigieron hacia la antigua puerta de Santa Margarita, derribaron el muro que la condenaba desde su abandono, y abrieron así el paso a la caballería, que ocupó rápidamente el centro de Cremona.

Un regimiento francés, el de Vaisseaux, que efectuaba maniobras desde el alba, disparó contra los coraceros imperiales, se parapetó en las ruinas circundantes y pidió inmediatamente ayuda.

Los imperiales progresaban por otros lugares, penetrando en parte de los cuarteles, en los que hicieron prisioneras a varias compañías.

Finalmente dieron la vuelta a la situación, ya que el regimiento Vaisseaux logró forzar el parapeto construido por los imperiales a la entrada de la ciudad, cerca de donde desembocaba el acueducto.

Las tropas francesas, cogidas de improvisto, desplegaron sangre fría, energía y perseverancia.