Causó sensación en Europa Occidental gracias a la gran vitalidad de la escuela rusa comparada con el ballet que se hacía en Francia en aquella época.[4] En 1909, Diáguilev quiso repetir, pero esta vez con otra ópera de Borodín llamada El Príncipe Ígor.Aunque su estética realmente fuese romántica, está considerada como neorromántica, al situarse fuera del periodo.La obra supuso un escándalo entre el público, que cuando esta llegó a su fin, tuvieron lugar abucheos, insultos y gritos.Esto fue debido sobre todo por la escena final, en la que el protagonista se masturba en pleno escenario.[7] Sin embargo, Diáguilev estaba muy contento pues acababa de encontrar su nueva clave del éxito: el escándalo.En esta obra Nijinsky fue un paso más allá e invirtió el en dehors ya no a pies paralelos, sino hacia dentro.Se desarrolla con esta obra el tema del deporte, más adelante de nuevo empleado por otros coreógrafos como sería Nijinska.Tiene una concepción dadaísta y estética cubista, considerada a día de hoy como la precursora del surrealismo.Sin duda dio comienzo a una nueva época poniéndose como el ejemplo perfecto del vanguardismo.Sin embargo, la danza se vio afectada, entre otros motivos, por los trajes que al ser tan voluminosos impedían los movimientos de los bailarines.Tras la representación de esta obra muchos bailarines decidieron abandonar la compañía y tomar otro rumbo en sus carreras, incluso el propio Massine marcharía, por la ausencia de nuevos proyectos donde la danza aún tuviera peso y no se viera eclipsada por otras artes.La compañía de Diáguilev se vio obligada a refugiarse principalmente en España durante estos años, en aquel momento neutra en el conflicto bélico.Aquí Diáguilev se empapó de la cultura nacional y entró en contacto con la masa intelectual.Sería Bronislava Nijinska la nueva coreógrafa de la compañía, quien la había abandonado con su hermano Nijinsky años atrás.La obra recrea el ritual de una boda campesina rusa representando su austeridad y su crudeza.Utilizó el en dedans como su hermano, los acentos abajo y los puños cerrados para concentrar toda la energía.Nijinska como coreógrafa, supo reflejar una atmósfera corrupta, donde los personajes son más de lo que dejan ver sobre ellos.La coreografía era un ámbito masculino, donde predominaba el deporte (playa con bañistas y un campeonato de tenis).Con música de Serguéi Prokófiev “El efecto ocasionado por la muerte del empresario fue fulminante” (Abad, p. 126, 2012).Además, su compañía sería la cuna de donde saldrían grandes artistas bien fueran coreógrafos, compositores o bailarines, e incluso escuelas, como la inglesa, puesto que la danza fue floreciendo allá por donde pasaban sus giras.Sin embargo, también tuvo consecuencias negativas, como que su legado mirado desde otra perspectiva pasó a ser un lastre para el propio arte.Anna Pávlova, Vaslav Nijinsky, Tamara Karsávina, Adolf Bolm, Mathilde Kschessinska, Léonide Massine, Carlotta Brianza, Enrico Cecchetti, Anton Dolin, Liubov Yegórova, Michel Fokine, Vera Fókina, Stanislas Idzikowski, Serge Lifar, Alicia Markova, Bronislava Nijinska, Ida Rubinstein, Lydia Sokolova, Olga Jojlova, Olga Spesívtseva, Aleksandr Volinine, Nikolái Zvérev, entre otros.Michel Fokine, Nijinsky, Bronislava Nijinska, George Balanchine, Leonide Massine, Félix Hernández, Borís Románov.Franceses: Maurice Ravel, Claude Debussy, Francis Poulenc, Erik Satie, Darius Milhaud, Georges Auric, Reynaldo Hahn, Florent Schmitt, Gabriel Fauré y Henri Sauguet.Otros Compositores: Richard Strauss, Manuel de Falla, Ottorino Respighi y Vittorio Rieti Diáguilev trabajo fundamentalmente con Léon Bakst y Alexandre Benois, pero, tras la Primera Guerra Mundial, prefirió colaborar con otros artistas, como los pintores Pablo Picasso, Henri Matisse, Georges Braque, André Derain, Maurice Utrillo, Georges Rouault, Marie Laurencin, Odilon Redon, Giorgio de Chirico, Josep Maria Sert, Nikolái Roerich, Natalia Goncharova, Iván Bilibin, Aleksandr Golovín, Pável Chélishchev, Mijaíl Lariónov, Juan Gris, Pedro Pruna y Joan Miró.Cabe destacar un hecho importante que relaciona a los Ballet Rusos con España mucho antes de su llegada al país.Encontraron en España un lugar seguro donde seguir luchando por su supervivencia, donde el público recibió de buen agrado a la compañía, sentía su sensibilidad y su gran brillantez al representar una obra.Con la llegada de esta compañía dio pie a una paulatina recuperación puesto que supuso todo un éxito.El público parisino había quedado encantado con sus obras tan vanguardistas, por ello tras la muerte de Diáguilev, ese gusto por la novedad se mantuvo presente.