El bufón (ballet)

Mijaíl Lariónov fue su director artístico y contó con Lydia Sokolova entre el elenco de bailarines.

Los bufones asesinan a sus esposas y, al darse cuenta de que el látigo no tiene ningún poder, buscan venganza contra el bufón protagonista, que se ve obligado a disfrazarse de mujer.

[1]​ En el segundo trimestre del año siguiente, el impresario citó al compositor a Italia para conocer los avances con Ala y Lolli, que había completado aproximadamente tres cuartos y había comenzado con la orquestación.

[1]​ En las negociaciones entre ambos surgió la idea de un nuevo ballet, esta vez sobre un tema del folclore ruso.

El impresario le pidió a Prokófiev que escribiera un ballet «verdaderamente ruso» basado en una colección de cuentos populares recopilada por Aleksandr Afanásiev.

[3]​[1]​ Stravinski le había sugerido previamente la historia a Diáguilev como un posible tema para un ballet.

[4]​ Pese a no haber compuesto nunca música tradicional rusa ni tener experiencia previa en ese tipo de composiciones y temática, mientras componía el ballet descubrió ese mundo, sin haber realizado ninguna investigación previa.

[3]​ En la historia original, aparecían un sacerdote y su mujer como protagonistas, pero Diáguilev los omitió en el libreto porque no quería que se convirtiera en una sátira anticlerical.

[10]​ En marzo de 1919, Mijaíl Lariónov escribió a Prokófiev para informarle de que el diseño del vestuario para El bufón lo había terminado «muchos años atrás», lo que alegró al compositor.

[13]​ Aunque nuevamente no estaba contento con la música, esta vez el impresario estaba dispuesto a trabajar con el compositor para reformularla en seis escenas y mantener las mejores partes de la música ya escrita.

[16]​ Eliminó o reescribió más del cuarenta por ciento de la partitura original y redactó los interludios requeridos.

[27]​ El estreno fue un éxito rotundo gracias al «llamativo montaje» y a su «música brillantemente colorida».

[28]​ Uno de los críticos afirmó que se había «taponado los oídos para no escuchar la música».

[26]​ En junio de 1922 y después del éxito cosechado por Prokófiev en Europa con sus obras (entre ellas el Tercer concierto para piano), Diáguilev realizó un nuevo montaje de El bufón en París y amplió las tres representaciones previstas a cinco.

Realiza la demostración con su mujer, finge matarla y, tras agitar el látigo, simula que le devuelve la vida.

Al ver la magia, los siete bufones compran el látigo por 300 rublos, vuelven a casa y deciden probarlo.

Los bufones buscan venganza y el protagonista se ve obligado a disfrazarse de mujer, como si fuera su hermana.

[24]​[37]​ John Leman Riley comenta que «Prokófiev compuso música típicamente ingeniosa y puntiaguda para esta historia grotesca».

[33]​ El contrato con Diáguilev en 1915 contribuyó a que el reconocimiento de Prokófiev aumentara y le ayudó a tener más contratos con empresarios que previamente lo habían ignorado o habían sido hostiles.

Además, le presentó a Albert Coates, el director del teatro Mariinski, al que le entusiasmó la idea de una obra basada en la novela de Fiódor Dostoyevski El jugador y se comprometió a realizar una producción de la obra, que Prokófiev comenzó a componer y acabó siendo su ópera El jugador.

[39]​ El éxito cosechado con las producciones de El bufón y en contraste con la pobre acogida que tuvo la ópera Mavra de Stravinski hicieron que éste cambiara su actitud hacia Prokófiev, a quien había ayudado en la composición del ballet.

Como resultado, «nuestras relaciones se tensaron y durante varios años la actitud de Stravinski hacia mí fue crítica».

[43]​ Además, la recepción obtenida por el ballet en París y la compañía de Diáguilev ayudaron a lanzar la carrera europea del compositor.

Boceto de un traje de casamentera realizado por Mijaíl Lariónov alrededor de 1915.
El impresario Serguéi Diáguilev fue el promotor del ballet.
Serguéi Prokófiev , compositor del ballet, en 1918.
Lydia Sokolova interpretó el papel de la esposa del bufón protagonista en su estreno en París.
El pintor Mijaíl Lariónov fue el director artístico del ballet, supervisó la coreografía y diseñó el vestuario.
Tras el éxito cosechado por El bufón , junto con la pobre acogida de la ópera Mavra , la relación entre Ígor Stravinski y Serguéi Prokófiev se deterioró.