[3][4][5] En el mundo hispano, la caza de brujas fue insignificante en España;[6] en Sudamérica (virreinato del Perú) nadie fue condenado a muerte por brujería entre los siglos xvi a xix[7] y en Centro- y Norteamérica (Nueva España), los casos fueron muy pocos.Otras persecuciones masivas de la brujería, antiguas y presentes, han recibido el mismo sobrenombre.Desde muy antiguo las diversas culturas establecieron castigos para las personas a las que se atribuía causar daños mediante la invocación de fuerzas y seres sobrenaturales, como sucedía con la llamada magia negra.Diversos pueblos nativos de regiones como Europa, Asia, la América anterior y posterior a la conquista europea, África y Oceanía creen o han creído que chamanes, brujos, sacerdotes, nigromantes, y en general individuos con supuestos poderes pueden provocar o invocar a seres sobrenaturales, diabólicos o demoníacos, para causar daños a distancia.Esta formulación fue traducida en género femenino por Lutero, de forma gramaticalmente correcta, como «Las magas no las dejarás vivir».El Código Teodosiano promulga, por primera vez, una ley en contra del ejercicio de la magia, en 429.En 534, el segundo Código de Justiniano prohíbe consultar a los astrólogos y adivinos por ser una «profesión depravada».[11] La «caza de brujas», un término que fue acuñado mucho después, comienza en el siglo XV, más concretamente entre los años 1420-1430.Los denunciados, como mínimo por tres personas o como resultado de un rumor público ―la mala fama permite abrir un procedimiento―, son entregados al Tribunal de la Inquisición integrado por un inquisidor papal y un representante del ordinario local (en general el obispo).Investigaciones recientes muestran que solía sospecharse de brujería en mujeres viejas y en las personas socialmente más débiles.[25] No fue sino hasta 1657, cuando ya habían muerto miles de personas, que la Iglesia condenó las persecuciones, en la Bula Proformandis.Aunque existen variantes regionales, pueden ser descritas una serie de características básicas, reiteradas tanto en las actas de los juicios como en la abundante literatura culta sobre el tema que se escribió en Europa durante los siglos XV, XVI y XVII.Según estas creencias, las brujas y brujos acudían en determinadas fechas a reuniones nocturnas denominadas "aquelarres", o más generalmente "sabbats", a las que se desplazaban en ocasiones por medios ordinarios y otras veces de forma sobrenatural.El Diablo (descrito de muy diferentes formas: a veces con forma humana, pero también frecuentemente de macho cabrío u otro animal) era adorado por las brujas y brujos (con ceremonias como el llamado "osculum infame"), y a veces se unía sexualmente en orgías.El primero en alcanzar gran repercusión, gracias a la reciente invención de la imprenta, fue el Malleus Maleficarum ("Martillo de las brujas", en latín), un tratado filosófico-escolástico desapasionado y racional publicado en 1486 por dos inquisidores dominicos, Heinrich Kramer (Henricus Institoris, en latín) y Jacob Sprenger.Siempre se trataba de grupos minoritarios vistos con malos ojos por la mayoría y los gobernantes.[30] Gran importancia tuvo también el Tractatus de Hereticis et Sortilegiis, publicado en 1524 por Paolo Grillandi.El primero, Nicolas Rémy, publicó en Lyon en 1595 su experiencia como magistrado en el ducado de Lorena que durante los quince años que actuó allí, entre 1576 y 1591, mandó quemar a unas novecientas personas, acusadas de ser brujos o brujas.Destacan el flamenco Peter Binsfeld, que en 1591 publicó Tractatus de confessionibus maleficorum et sagarum; el castellano Martín del Río con su Disquisitionimum magicarum libri sex publicado en 1599 —según Julio Caro Baroja, "da una versión del Sabbat, tomando elementos de aquí y allá, citando ora a Rémy, ora a Binsfield mismo, ora a los inquisidores antiguos franceses e italianos, etc."—; y el milanés Francesco Maria Guazzo con su Compendium maleficarum.La afirmación del Antiguo Testamento «los brujos no deberás dejar con vida» tenía toda la validez para Lutero.Innumerables teólogos, predicadores y juristas luteranos se refirieron más tarde a las contundentes afirmaciones de Lutero.[43] La mayoría de las personas procesadas por brujería fueron mujeres, especialmente en Inglaterra, aunque también se juzgó a bastantes hombres.No quiere esto decir que todas las personas ejecutadas en las cazas de brujas se ajustaran a este perfil.La guerra, que se dirigía hacia su punto álgido, había devastado los campos, destruido las casas y diezmado a la población.[52] La parte del león corresponde a Dinamarca, donde hubo, según los cálculos más fidedignos, un total de 2.000 procesos y unas 1.000 ejecuciones.En líneas generales, puede decirse que la mayoría de los procesos tuvo lugar en zonas fronterizas con Alemania, o con una importante población alemana.Si exceptuamos estos últimos, la zona de Europa en la que hubo menos ejecuciones por brujería fue la región mediterránea.Anterior a la Ilustración fue el jesuita Friedrich Spee von Langenfeld, catedrático en la Universidad Alma Ernestina en Rinteln, que escribió Cautio Criminalis en 1631.El pastor protestante Anton Praetorius, predicador en la corte del Príncipe en Birstein, se comprometió en 1597 con la causa de las brujas y abogó por su liberación.Sin embargo, el conocido médico Friedrich Hoffmann, también de Halle, estaba convencido todavía a principios del siglo XVIII en la posibilidad de que las brujas pudiesen causar enfermedades con encantamientos, en relación con los poderes sobrenaturales que les daba el Demonio.
Vuelo de las brujas de
Vaud
(Suiza). Miniatura en un manuscrito de Martin Le France,
Le champion des dames
, 1451. Es la primera mención que hay documentada sobre la creencia de que las brujas vuelan en escobas.
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