Tradicionalmente se ha sostenido que los judíos medievales tuvieron mayor seguridad y un más alto nivel de integración política y cultural en el mundo árabe que bajo regímenes cristianos; durante este periodo, que se ha denominado la «Edad de Oro», los judíos sufrieron relativamente poca persecución, en nada comparable al trato recibido de los cristianos.[6] Hacia el final del siglo X Dunash ben Labrat revolucionó la poesía hebrea en Al-Ándalus, adoptando tanto la métrica árabe como la estrofa monorrima.[7] En cuanto a los temas, los poetas hebreos imitaron extensivamente los poemas báquicos, la descripción de los jardines y la poesía amorosa árabe.[13] Sefarad era por tanto un lugar de la diáspora judía, y se piensa que correspondía con Sardes, en Asia menor.Tradicionalmente se ha sostenido que los judíos medievales tuvieron mayor seguridad y un más alto nivel de integración política y cultural en el mundo árabe que bajo regímenes cristianos; durante este periodo, que ha sido denominado la «Edad de Oro», los judíos sufrieron relativamente poca persecución, ciertamente en nada comparable al maltrato sufrido a manos de los cristianos.[2] La tolerancia de los omeyas convirtió España en un refugio, y judíos de toda Europa emigraron a al-Ándalus,[15] donde eran considerados dhimmis (en idioma árabe ذمّي) o ahl ad-dhimmah (protegidos o gente protegida); este apelativo se aplicaba a aquellos que sin ser musulmanes vivían sometidos en países islámicos, pagando tributo y con sus tierras sujetas a impuesto, a cambio de lo cual podían conservar sus costumbres y religión y no podían ser esclavizados o maltratados.[16] El islamismo no sentía necesidad de establecer su identidad a expensas de los judíos, lo que sí sucedía en el cristianismo, ni negar a judíos o cristianos su historia continuada al lado del Islam.Del mismo modo, así como en la cristiandad la legislación y la economía marginaban a los judíos, en el mundo árabe la ley musulmana, Sharia (en árabe شَرِيعَة, šarīʿa, «vía o senda»), legislaba por igual sobre todos los dhimmis, siendo una legislación estable, consistente, predecible y difícilmente sujeta a aplicaciones o interpretaciones arbitrarias, y los judíos participaban de la vida económica de la sociedad árabe en casi todos sus aspectos.Leían literatura islámica, incluso el Corán, y los intelectuales estudiaban filosofía en un entorno de igualdad con sus colegas musulmanes; la Medicina, ampliamente abierta a los judíos, les permitía el acceso a la alta sociedad árabe: hubo judíos ocupando altos cargos en las cortes árabes ya fuera como médicos, burócratas o, en raras ocasiones, consejeros cercanos a los califas y sultanes; en el siglo XI Semuel ibn Nagrella, más conocido como ha-Naguid («el príncipe»), sirvió al rey de la Taifa de Granada como visir, jugando incluso un indeterminado rol militar en batallas contra los estados musulmanes vecinos.Los temas abarcaban desde el amor, el vino o la naturaleza hasta, en el único caso de ibn Nagrella, la guerra.El islamismo más estricto de estos últimos hizo que los dhimmis, así como los musulmanes considerados libertinos sufrieran una violenta opresión.Pese a que la ley judía prescribe el martirio como preferible a sucumbir en la idolatría (como hicieron los asquenazíes durante la Primera Cruzada en 1096), se produjo una apostasía masiva entre los sefardíes en el periodo almohade, en parte por su creencia de que el islam era verdaderamente monoteísta, por el ejemplo de disimulo (en árabe التقية, taqiyya) de los herejes y grupos minoritarios en el mundo árabe o por dudas religiosas sobre la unicidad y superioridad del judaísmo, que se habían instilado entre ellos a través del estudio de la filosofía.Algunas creencias ganaron fuerza entre los hebreos medievales, como que los hombres que participaran en actos eróticos con otros hombres serían castigados por Dios con una muerte temprana; los terremotos y eclipses solares se contemplaban también como castigos por el pecado de sodomía.[27] La pederastia fue normal entre la clase aristocrática judía en al-Ándalus; según Eisenberg, esto ha sido ampliamente estudiado en inglés y en hebreo, pero no en castellano.Pregunte al típico rabino de hoy su parecer sobre la homosexualidad y le dirá que no hay nada menos judaico.[29] Eisenberg menciona como un «gran secreto, el misterio por antonomasia de la historia medieval española» que la Taifa de Granada fue en realidad un reino judío, en el cual el monarca musulmán era un titular sin poder, donde los judíos no eran dhimmi sino los gobernadores y militares, en referencia a ibn Nagrella.Entre los siglos V y VII, la poesía litúrgica para la sinagoga (piyyut, ;פיוט) floreció en la Palestina bizantina.Prácticamente todos los poetas hispanohebreos adoptaron las innovaciones de Dunash; Moses ibn Ezra sostenía que la mejor poesía hebrea era la compuesta según el modelo árabe; por otro lado, Yehudah Halevi, contemporáneo de ibn Ezra, se mostraba ambivalente frente a las innovaciones métricas, condenándolas a veces como una rendición cultural.[34] Hayyim Schirmann señala en su artículo «The Ephebe in Medieval Hebrew Poetry» (El efebo en la poesía hebrea medieval) que en la poesía hebrea se dio un considerable número de canciones glorificando la belleza de los muchachos.Hacia el siglo X la cultura árabe había desarrollado una tradición poética rica y variada, que abarcaba desde la poesía del desierto preislámica (periodo Jahiliyyah, جاهلية) a la poesía urbana de los periodos abasí y andalusí.[25] El lenguaje hebreo, en contraste con el árabe, no contiene palabras explícitamente sexuales, de manera que debe expresarse mediante alusiones metafóricas: el joven amado era llamado «gacela» (en hebreo sebi, similar al sonido en árabe para sabi, «muchacho») o bien «cervatillo»:[10]El poeta dice que si el amigo se diera cuenta de la belleza del joven, abandonaría a su propio amado.1230), más conocido como al-Harizi, dedicó poemas a los efebos; en Las asambleas de los sabios (Tahkemoní) presenta varios poemas en los que se dirige amorosamente a un sebi (traducible como gamo o gacela macho) con versos como «gamo encantador, me has destrozado con tu belleza» o «gamo encantador, que habitas en mi corazón».Autores como Nehemiah Allony en su artículo «The "Zevi", Hebrew Poetry in Spain» (El Zevi, poesía hebrea en España), publicado en la revista Sefarad (1963), dijeron que los poemas de amor hacia jóvenes eran producto de un ejercicio literario sin ninguna relación con la situación real en las cortes judías.[41] Incidía también en ello Schirmann al señalar que los poetas hebreos distinguían claramente entre las figuras femenina y masculina, citando a Moses ibn Ezra, en su libro Anaq: «Parte segunda sobre reuniones sociales y... la belleza de muchachas -y muchachos- esclavos»; también cita a Todros Abulafia: «¿Cómo he de vivir sin un sebi o una sebiyya?», diferenciando entre el macho y la hembra de la gacela.Greenberg, considerado el primer rabino ortodoxo en salir del armario concluye,[54] analizando los argumentos de Schirmann, que los poemas homoeróticos hispanohebreos deben ser contemplados como una expresión de sentimientos auténticos más que como un simple juego competitivo con los poetas árabes.
David y Jonatán abrazados, miniatura en el manuscrito francés
Le Somme le Roy
, 1290;
Museo Británico
,
Londres
.
«Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán,
Que me fuiste muy dulce.
Más maravilloso me fue tu amor
Que el amor de las mujeres.»
2 Samuel
(1:26)
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23
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El amor de
David
y
Jonatán
que se narra en los libros de
Samuel
ha sido interpretado como un precedente bíblico de la homosexualidad.
Copero
(miniatura) de
Reza Abbasi
. siglo
XVI
o
XVII
. El copero es una figura que reúne las temáticas báquica y homoerótica en la poesía medieval de
al-Ándalus
, tanto en la tradición árabe como en la hebrea.
El sueño de José
, ilustración de la Biblia Holman (1890). El
patriarca
José
es considerado un representante de la belleza masculina también para los musulmanes.
García Gómez
señala en su introducción a
El collar de la paloma
que los musulmanes llaman
«al-iftitān bi-l-suwar»
al «trastorno o conmoción que sufren las almas al contemplar la belleza concretada en formas armoniosas», ilustrándolo con la historia de las nobles egipcias que se cortan los dedos mientras pelan naranjas, arrebatadas por la belleza de Yūsuf (José).
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45
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