Los hebreos andalusíes estaban asimilados a la cultura dominante y utilizaban el árabe como idioma de comunicación.
La eclosión literaria hispanohebrea se corresponde con el renacimiento medieval de la cultura hebrea en general, que tuvo su epicentro en la ciudad de Córdoba, por entonces bajo dominio musulmán, cuyo nivel cultural alcanzó fama en toda Europa.
Así, la heterogeneidad temática (filosofía, ciencia, naturaleza, las emociones, etc.) y la individualidad de las obras son los rasgos ahora más destacados.
Tras las invasiones almorávides y almohades la literatura judía hubo de refugiarse en las cortes cristianas, a las que transmitieron sus saberes.
Además del ya mencionado uso del hebreo bíblico (que, inevitablemente, sufrió numerosas alteraciones), la poesía hispanohebrea está plagada de referencias bíblicas, tanto en forma de vocabulario como de expresiones y versículos enteros, conformando lo que se ha dado en denominar estilo mosaico, mediante el que esas referencias cobraban nuevos sentidos y valores.
Influida por la literatura andalusí, la comunidad hebrea en al-Ándalus renovó los temas, introduciendo en sus letras asuntos no religiosos.
Dunaš ben Labrat, también protegido por ben Saprut, introdujo en la poesía hebrea la métrica cuantitativa y la forma de la casida de la poesía árabe, así como sus asuntos, tanto en la poesía profana como en la litúrgica, lo que representaba una audaz innovación que le acarreó fuertes críticas, acusado de quebrar la estructura sintáctica del hebreo bíblico, lengua sagrada.
Algunos de sus poemas han sido incorporados a la liturgia judía, como las canciones Dror Yikra y Dvai Hasair.
Dunaš defendía la ortodoxia frente a Ben Saruq, cuya obra estaba influenciada por el caraísmo.
En este periodo los gramáticos ya no escribieron sus tratados en hebreo, como había sucedido en el siglo anterior, sino en árabe, a diferencia de los pioneros.
Casi todas sus composiciones brillan por su elevación moral y filosófica, cercana en ciertos aspectos a la poesía de este género escrita muchos años después por Quevedo.
De todos modos, también aplicó su talento a la sátira y el autoelogio, géneros habituales entonces entre los poetas árabes pero no entre los hebreos.
La suya es una poesía característica de la tradición árabe, que adopta sus temas y métrica.
La obra tuvo una extraordinaria difusión entre los judíos de todo tiempo y está emparentada con el misticismo tanto oriental como occidental.
Su poesía secular se recoge en dos obras: el Tarshish (compuesto según la técnica árabe del «tanijs» consistente en repetir las mismas palabras en cada estrofa, pero con un significado distinto en cada repetición), y la primera parte de su Diwan.
Su intención es invitar al hombre a buscar en su interior, representando la vanidad de la gloria mundana, la desilusión que debe ser experimentada por los hedonistas, y el inevitable juicio divino.
Conocía en profundidad el talmud, la Biblia hebrea, la literatura rabínica, la poesía árabe y la filosofía griega.
En su estancia en Toledo escribió su Diwán, una colección de poemas profanos escritos en hebreo en los que hace un canto a la amistad, el amor y la naturaleza.
Del Diwan escrito en Toledo se convervan panegíricos, cantos de boda, elegías y composiciones autobiográficas.
Con el paso del tiempo empiezan a abundar en Yehudah las elegías por los amigos que mueren y se imponen los temas religiosos.
El tema mesiánico se hace más presente con la ocupación por los cruzados de Jerusalén y la aparición en Córdoba del falso mesías Moseh Drai, en 1130, la fecha precisamente que había soñado Yehudah como la del comienzo de la Edad mesiánica.
Llegado a Alejandría, encontró excelente acogida y, aunque al cabo de mucho tiempo prosiguió su viaje hasta Damieta, se quedó allí cerca de dos años y volvió a El Cairo.
Originario también de Tudela Abraham ibn Ezra practicó la poesía andalusí taifal que ya se había impuesto en la literatura hebraica de Sefarad, aunque introdujo asuntos innovadores, como el costumbrismo, que no había sido tratado anteriormente en la poesía hispanohebrea.
Cultivó también la prosa rimada con su Jay ben Mequis, cuyo asunto es el de una novela alegórico-filosófica.
Entre los poetas que emigraron forzosamente estaba Joseph ibn Migash, quien años más tarde se convertiría en un importante rabino en Lucena.
En muchos casos, fueron los reinos cristianos, en periodo de florecimiento cultural, quienes recibieron a los intelectuales hebreos.
Aún adolescente su familia tuvo que aparentar su conversión al islam, huir de Córdoba y vivir discretamente y viajando a menudo ante la persecución religiosa almohade hasta que en 1160 Maimónides se trasladó a Fez, si bien el Magreb también estaba dominado por el Imperio almohade.
Su Iguéret ha-sémad (Carta sobre la conversión forzosa), escrita en árabe, defiende la posición de quienes tuvieron que renunciar al judaísmo.
Cabe mencionar asimismo la obra de Abraham ibn Hasday, quien también intervino en la polémica generada por la Guía de perplejos en apoyo del sabio cordobés y compuso la variante hebrea del Barlaam y Josafat, un asunto originariamente basado en la historia de Siddhartha Gautama, titulándola Ben ha-mélej we-ha-nazir (El príncipe y el monje).
Destacan sus pasajes poéticos autobiográficos, en los que ensalza la vida en la corte castellana de Toledo y su relación personal con Alfonso X el Sabio.