Los armenios cayeron más tarde bajo dominio de los bizantinos, y la hegemonía islámica, pero restableció su independencia con la dinastía Bagrátida.
Entre los años 1500 y 1200 a. C., la cultura Hayasa-Azzi existía en la mitad occidental de la Altiplanicie armenia, con frecuentes enfrentamientos con el Imperio hitita.
Su hijo, Ishpuini, extendió las fronteras del estado por lo que luego sería conocida como la zona de Tigranocerta y Urmia.
Durante la alianza con Roma, el pueblo armenio adoptó ideas políticas, filosóficas y religiosas occidentales.
De hecho, los partos subyugaron Armenia entre los años 37 y 47, cuando los romanos retomaron el control del reino.
Bajo la soberanía del emperador Nerón, los romanos emprendieron una campaña (55-63) contra el Imperio parto, que había invadido el reino aliado de Armenia.
El Imperio sasánida persa ocupó Armenia en el 252 y lo mantuvo en su poder hasta la reconquista romana del 287.
La Armenia oriental seguirá siendo un reino de Persia hasta el 428, cuando la nobleza local derrocó al rey, y los sasánidas instalaron un gobernador en su lugar.
La Iglesia Apostólica Armenia es una parte de la comunión Ortodoxa Oriental, que no debe confundirse con la ortodoxia bizantina.
En efecto, si bien existieron muchos grupos lingüísticos y raciales diferentes dentro del Imperio bizantino, sólo a los armenios se les permite mantener una cultura distinta.
La Armenia bagrátida fue reconocida como un reino soberano por las dos grandes potencias de la región: Bagdad en el 885 y Constantinopla en el 886.
Ani, la nueva capital de Armenia, fue construida en el apogeo del reino y finalizada en el año 964.
Sin embargo, Armenia sigue siendo un estado débil, establecido precariamente entre dos imperios rivales, el bizantino y el califato abasí.
La fallida tercera cruzada y otros eventos dejaron a Cilicia como la única presencia cristiana importante en Oriente medio.
Los grandes poderes, como Bizancio, el Sacro Imperio romano, el Papado, e incluso el Califato abasí compitieron por ganar influencia en el estado y se apresuraron por ser los primeros en reconocer a Leo II, príncipe de Armenia menor, como el legítimo rey.
Como las familias católicas extendieron su influencia sobre Cilicia, el Papa se propuso unir a los armenio al catolicismo.
Esta situación dividió el reino entre sus habitantes, unos a favor de los católicos y otros pro Iglesia apostólica.
La táctica de tierra quemada había funcionado, aunque a un coste terrible para el pueblo armenio.
En los territorios conquistados Abbas estableció el kanato de Ereván, un principado musulmán bajo el dominio del Imperio safávida.
Esto causó un nuevo conflicto entre los imperios ruso y otomano, que finalmente culminaron en la guerra Ruso-Turca (1828-1829).
Como tal, los "no creyentes", como los cristianos y los judíos, tenían que pagar más impuestos para cumplir con su condición de dhimmi.
Aquellos armenios que no apoyaron las aspiraciones de liberación nacional o se declararon neutrales fueron denominados chezoks.
Sin embargo, sultanes posteriores, como Abdul Hamid II detuvieron las reformas y llevaron a cabo violentas matanzas, ahora conocidas como masacres hamidianas (1894-1896).
Las autoridades turcas, sin embargo, sostienen que las muertes fueron el resultado de una guerra civil, junto con la enfermedad y el hambre, con bajas sufridas por ambas partes.
Estos eventos se conmemoran tradicionalmente cada año el 24 de abril, el día del mártir cristiano armenio.
Eventualmente, la nación estuvo en guerra con todos sus vecinos, excepto Persia, producto de conflictos limítrofes.
Armenia, una nación que se encontraba bajo dominación extranjera durante cientos de años, y no estaba listo para ser un estado independiente compartiendo sus fronteras con un estado Turco hostil entre sus vecinos, se mantuvo bajo control soviético y poniendo bajo su protección a esta República Soviética gracias a la Cortina de Hierro debido a la hostilidad de la Turquía kemalista.
Muchos armenios tenía aún sentimientos nacionalistas, a pesar de que sería muy peligroso expresarlas públicamente.
Esta fue la primera manifestación pública, de tan alto número convocado en la URSS, que defendía los intereses colectivo nacionales en un lugar.
Durante el gobierno de Mijaíl Gorbachov, con la introducción del glásnost y la perestroika, las manifestaciones públicas se hicieron más comunes.