Una orden del gobierno central estipuló la deportación de toda la población armenia, que no contaba con los medios para subsistir.
[28] Varias organizaciones internacionales han estudiado las atrocidades, todas determinando que el vocablo «genocidio» describe acertadamente la «masacre otomana de armenios en 1915–16».
El IAGS también condenó los intentos turcos de negar la realidad objetiva y moral del genocidio armenio.
Bajo el sistema de millet, se permitió a la comunidad armenia autogobernarse, con escasa injerencia del gobierno otomano.
El gobierno otomano consideró estas quejas y prometió castigar a los responsables, pero nunca se tomaron medidas significativas para hacerlo.
[46]: 35ff Bajo una presión creciente, el gobierno del sultán Abdul Hamid II se declaró monarquía constitucional con un parlamento (que fue prorrogado casi de inmediato) y entró en negociaciones con los poderes.
Durante la segunda mitad del siglo XIX comenzaron a difundirse movimientos de orientación nacionalista entre los armenios.
Ordenó evitar toda negociación, con el fin de forzarlos a sublevarse y así justificar sus medidas finales.
[58] El historiador turco Osman Nuri observó: «La mera mención de la palabra «reforma» irritaba a Abdul Hamid II, incitando su instinto criminal».
Hamid, sacudido por la ola de resentimiento, abandonó el poder cuando armenios, griegos, asirios, árabes, búlgaros y turcos se regocijaron con su destronamiento.
[106] Eitan Belkind era un miembro de la red judía Nili que se infiltró en el ejército otomano como oficial.
[107]: 181, 183 El teniente Hasan Maruf, del ejército otomano, describe cómo toda la población de una aldea fue capturada y luego quemada.
[143] En su primer año, el ACRNE cuidó a 132 000 huérfanos armenios de Tiflis, Ereván, Constantinopla, Sivas, Beirut, Damasco y Jerusalén.
[153] El funcionario alemán Max Erwin von Scheubner-Richter escribió que menos de cien mil armenios sobrevivieron al genocidio.
[157] Los Estados Unidos tenían consulados en todo el Imperio Otomano, incluyendo ubicaciones en Edirne, Elâzığ, Samsun, Esmirna, Trebisonda, Van, Constantinopla y Alepo.
Además de los consulados, había numerosos misioneros protestantes estadounidenses establecidos en las regiones pobladas por armenios, incluidos Van y Kharput.
[161] El canónigo francés Eugène Griselle publicó en 1912: Armenia mártir, víctima del pangermanismo, donde contabiliza en bloque muertes, violaciones, y conversiones forzosas.
[47]: 228–29 Como aliados durante la guerra, la misión imperial alemana en el Imperio Otomano incluía componentes militares y civiles.
Alemania había negociado un acuerdo con la Sublime Puerta para encargar la construcción del ferrocarril de Bagdad, que se extendería desde Berlín hasta Oriente Medio.
[163][164]: 161 Otra figura notable en el campamento militar alemán fue Max Erwin von Scheubner-Richter, quien documentó varias masacres de armenios.
En mi opinión, cualquier consideración cristiana, sentimental y política debería ser eclipsada por una dura, pero clara necesidad de guerra».
[176] Junto con la documentación oficial, muchas figuras públicas turcas durante el tiempo han reconocido la naturaleza sistemática de las masacres.
[178] Abdülmecid II, el último califa del islam de la dinastía otomana, dijo sobre la política: «Me refiero a esas horribles masacres.
El objetivo que me he propuesto es mostrar al mundo, con pruebas en mano, quiénes son los autores verdaderamente responsables de estos terribles crímenes».
Un político, Mehmet Celal Bey, era conocido por salvar miles de vidas y a menudo se le llama el Oskar Schindler turco.
Aun así, se cometieron nuevas masacres e intimidaciones contra los pocos armenios que habían permanecido en Tabriz.
[206] Mohammad-Ali Jamalzadeh, un destacado escritor persa en el siglo XX, estudió en Europa, donde se unió a un grupo de nacionalistas iraníes en Berlín que finalmente iniciarían un periódico (Rastakhiz) en Bagdad en 1915.
Esta evocación se repite con diversos actos en todas las comunidades dispersas por el mundo que constituyen la diáspora armenia.
Años más tarde, después de haber regresado a Alemania, Wegner fue encarcelado por oponerse al nazismo,[255] y sus libros quemados por los nazis.
[261] En 1975 el famoso cantante franco-armenio Charles Aznavour escribió la canción «Ils sont tombés» ('Ellos cayeron'), dedicada a la memoria de las víctimas del genocidio armenio.