Calcolítico en la península ibérica

Este momento se corresponde con un claro incremento en la complejidad social que mostraba el período precedente, el Neolítico, anunciando los posteriores cambios que se produjeron durante la Edad del Bronce y del Hierro.Durante el III milenio a. C. las tierras peninsulares distaron mucho de mostrarse culturalmente uniformes.Hoy en día, parece claro que estos fueron el resultado de procesos autóctonos, generados a partir del sustrato poblacional neolítico indígena.[2]​ Estas transformaciones se detectan inicialmente en los grupos del mediodía peninsular, pero es difícil establecer un orden de prioridad sobre dónde aparecieron por primera vez.Posteriormente, estas comunidades incorporaron el vaso campaniforme, que, tradicionalmente, ha sido utilizado para marcar un antes y un después en las periodizaciones (por ejemplo, en el sudeste: Precampaniforme o Millares I y Campaniforme o Millares II).Actualmente, y sin negar la importancia del campaniforme como fósil director del Calcolítico final, algunos investigadores muestran reticencias a la hora de establecer esta diferenciación en dos momentos entre los que no se observa ninguna ruptura.[2]​ Inicialmente, todos estos elementos fueron atribuidos por los investigadores a la influencia de unos supuestos colonizadores procedentes del Mediterráneo oriental.[4]​ Pere Bosch i Gimpera utilizó la teoría de los círculos culturales para explicarlo, asociando el despliegue cultural peninsular a la interrelación y subsiguiente evolución local de unos supuestos grupos norteafricanos que habrían cruzado el Mediterráneo durante el Neolítico; asimismo, consideraba íntimamente relacionados los complejos de Los Millares y Vila Nova.Este muro describe en planta un círculo, intercalándose 18 bastiones y en el centro se abre la puerta principal, protegida por una barbacana piriforme.Los restantes lienzos de muralla se encuentran a 50 y 30 metros del primero.Engloban su trazado torres circulares huecas, en vez de bastiones, y sus cronologías parecen anteriores a la primera.Se sitúan indefectiblemente en las inmediaciones de los poblados y están formadas por enterramientos megalíticos colectivos, tipo tholos en las comarcas bajas y cercanas a la costa, así como también cuevas e hipogeos hacia el interior.En los Millares se han descubierto unas 90 tumbas, casi todas de cúpula (tholoi), excepto media docena que presentan cubierta monolítica plana.Las ofrendas están diseminadas, sin que resulte posible asociarlas a enterramientos concretos.Podría también haberse iniciado el cultivo del olivo y de la vid, como ocurría en esta misma fecha en la zona del Egeo, pero no hay seguridad de que las muestras encontradas pertenezcan a plantas domésticas.Normalmente es lisa, salvo en el caso de los llamados vasos simbólicos, decorados con motivos oculados o soliformes.El pulimento de piedra se reservaba para hachas, azuelas y algunos ídolos (antropomorfos, placa, betilos).La metalurgia pudo ser, en algún caso, exclusiva de unos pocos especialistas y estar relativamente centralizada.Por lo tanto el poblamiento en el sudoeste no se reducía a pequeños lugares fortificados, sino que es más complejo, una situación bastante distinta a la del sudeste, donde los principales núcleos, como los Millares, estaban siempre fortificados.Estos hábitats fortificados se explican por la presencia de colonos, que no solo aportaban modelos arquitectónicos, sino también estilos cerámicos como los famosos “copos” de la cultura del Tajo y la metalurgia del cobre.El momento culminante de su utilización debió ser la Edad del Cobre, los ajuares son de esta época y del campaniforme, pero su origen se retrotrae al Neolítico, lo que prueba la continuidad funeraria.Se trata de sepulturas colectivas, probablemente correspondientes a distintos linajes familiares, lo cual no representa diferencia alguna respecto al ritual megalítico anterior.Los ídolos tienen rasgos antropomorfos y pueden fabricarse en arcilla, pizarra, hueso e incluso marfil.Otros ídolos en la misma línea decorativa son los báculos o bastones, que tienen forma de maza.Otros ídolos son los betilos, cilíndricos y suelen ser de caliza muy blanca.Tal vez, bajo la relativa unidad formal de estos objetos, subyace un mismo simbolismo y contenido religioso en el Mediterráneo.Hoy día la situación es distinta, pudiéndose aludir a la existencia de grandes analogías en cuanto al material arqueológico con el sureste y suroeste.Las innovaciones son muy difíciles de valorar, porque se desconoce en buena medida la etapa previa.El Cerro del Quemado, en la provincia de Ávila, presenta un foso excavado en la roca.En cuanto a la ganadería hay que mencionar sobre todo los restos de cerdos y ovicaprinos.
Ídolo oculado (llamado " Ídolo de Extremadura "). Obra de arte esquemático esculpida en alabastro en el valle del Guadalquivir durante el Calcolítico (tercer milenio a. C.).
Ídolo-Placa prehistórico antropomorfo. Piedra. Sección plana. Calcolítico. Procedente del Dolmen de Garrovillas ( Garrovillas de Alconétar , provincia de Cáceres , Extremadura , España ).
Hoja de sílex (fracturada), procedente de un yacimiento calcolítico de Fresno de la Ribera ( Zamora , España).
Compresores y retocadores en cuerna de cérvido procedentes del yacimiento calcolítico de «Los Cercados», en Mucientes ( Valladolid , España). Museo Arqueológico de Valladolid .