Dentro de este género, hay numerosas especies arbóreas que dan bellotas como el roble, la encina, el alcornoque, el quejigo y el melojo.
Para que la bellota pueda ser utilizada para el consumo humano, estas deben de ser previamente procesadas para eliminar y/o neutralizar los taninos (o ácido tánico) los que otorgan un sabor amargo a la bellota y es tóxico para los humanos; por ello se prefiere y recomienda el consumo sólo de las variedades más dulces, las cuales presentan una menor concentración de taninos.
En Extremadura y Andalucía los cerdos pastan por las dehesas aprovechando las bellotas caídas, mientras las cabras frecuentemente trepan a los árboles buscándolas.
[2] En las encinas de la península ibérica se diferencian dos subespecies utilizadas para este fin: (Quercus ilex subsp.
[4] Para que la bellota pueda ser utilizada para el consumo humano, esta debe de ser previamente procesada para eliminar o neutralizar los taninos (o ácido tánico), los que otorgan un sabor amargo a la bellota y es tóxico para los humanos; por ello se prefiere y recomienda el consumo sólo de las variedades más dulces, las cuales presentan una menor concentración de taninos.