Diego Morcillo Rubio de Auñón

Temporalmente abandonó su sede al ser nombrado como virrey interino del Perú en 1716, cargo que ejerció por casi dos meses.

En el aspecto defensivo tomó medidas para hacer frente a los piratas ingleses John Clipperton y George Shelvocke que incursionaron las costas del Pacífico sudamericano.

Puso mucho celo en el envío a la Corona de los impuestos y tributos correspondientes.

[1]​[2]​[3]​[4]​ La fama sobre su enorme cultura y aguda inteligencia fue creciendo hasta llegar a oídos del rey.

[12]​ Hecho el traspaso del mando, Morcillo retornó a sus deberes eclesiásticos como arzobispo de La Plata.

[3]​ El virrey Caracciolo gobernó tres años y unos meses, y él mismo pidió al rey que se le relevase del mando, pues deseaba regresar a Europa.

Fue entonces cuando Morcillo recibió de nuevo el encargo real para que ejerciera como virrey, esta vez como propietario o titular del puesto.

[3]​ En el aspecto de la defensa, entre 1720 y 1721 dispuso que se combatiera a los piratas ingleses John Clipperton y George Shelvocke, quienes, entrando por el estrecho de Magallanes, se dedicaron a asolar las costas del Mar del Sur, es decir, el litoral chileno y peruano.

Otra nave enviada, comandada por el general Pedro Medranda, tampoco logró su objetivo.

Luego de una serie de peripecias novelescas, Shelvocke prosiguió su viaje hacia Panamá donde se unió con su camarada Clipperton, y juntos se dirigieron a California, desde donde emprendieron el regreso a Inglaterra vía el Océano Pacífico, aunque con un botín no tan sustancioso como hubiesen deseado.

En Huancavelica no sólo atendió al gremio de mineros, proveyendo a los oficiales reales del dinero necesario para la adquisición de azogue, sino que fijó su precio en el modo más favorable para la Tesorería Real.

A la larga, estos serían los grandes beneficiados, al utilizar métodos fraudulentos para introducir más mercaderías de la que oficialmente se permitían, entre otros fraudes que fueron denunciados por Dionisio de Alcedo Herrera.

[29]​[30]​ Morcillo, ya muy anciano, adoptó muy débiles disposiciones ante la rebelión de Antequera y los comuneros, y sería su sucesor en el virreinato quien se encargaría de pacificar el Paraguay.

No parece que Morcillo haya hecho cumplir tal orden de manera cabal, siendo desacatada en varias regiones.

Fue su sucesor, el enérgico virrey Marqués de Castelfuerte, quien la aplicó sin excusa.

Posiblemente era tifus exantemático, que mermó a la población indígena de la sierra, particularmente en el Cuzco, donde fue conocido como la peste grande.

Este monasterio se halla en la actual cuadra 10 del jirón Áncash (antes Calle Mercedarias).

[35]​[36]​[37]​ En 1724 quedó instalado el monasterio del Carmen en Trujillo y los franciscanos erigieron el colegio y convento de Santa Rosa de Ocopa en la región del Ucayali.

[1]​[42]​[14]​ El gobierno paralelo de Morcillo como virrey y arzobispo no duró mucho.

En vista a su edad avanzada y a la necesidad de que el virreinato contara con un gobernante enérgico en momentos en que se hallaba convulsionado por la revuelta de los comuneros del Paraguay, el rey Felipe V decidió relevarlo del gobierno virreinal.

Esto sucedió poco antes de que dicho rey abdicara en su hijo Luis I, en enero de 1724, aunque este fallecería a los pocos meses, viéndose entonces obligado Felipe V a retornar al trono.

Desde ese momento, Morcillo pasó a dedicarse exclusivamente de su labor eclesial, hasta sus últimos días.

[3]​[44]​[49]​ Morcillo vivió austeramente, demostrando sencillez en los actos cotidianos, pero al mismo tiempo se destacó por hacer generosas distribuciones de limosnas.

[5]​ Como autoridad política y religiosa se destacó por su diligencia en el envío de donativos para la Corona, y se dijo en su momento que a ello debió su elevación a los altos cargos que ocupó, acusación que el historiador Manuel de Mendiburu recogió en su Diccionario histórico biográfico del Perú (publicado a fines del siglo XIX).

Dicho historiador dice incluso que el rey Felipe V, satisfecho por sus donativos, le escribió una carta de su puño y letra, en el que, entre otras expresiones de agradecimiento, le dijo textualmente: «Vos sois mi padre que os acordáis de mi en esos reinos».

De esta ilustre personalidad, el historiador Rubén Vargas Ugarte ha dicho lo siguiente:[42]​

Catedral de Sucre, antes llamada Charcas.
Detalle del cuadro Entrada del Virrey Arzobispo Morcillo en Potosí (1718), Obra de Melchor Pérez de Holguín . Museo de América , Madrid .
Los marineros ingleses en las frías aguas del Mar del Sur miran asombrados a los leones marinos desde su proa. Grabado de Gustave Doré , que aparece en el libro poético de Samuel Taylor Coleridge , Cantar del viejo marino , inspirada en los viajes australes de George Shelvocke .
Un galeón español. Grabado de Alberto Durero .
Retrato de José de Antequera y Castro , el fiscal de la Audiencia de Charcas que se puso a la cabeza de rebelión de los comuneros del Paraguay.
Iglesia de las Trinitarias en Lima.
Ruinas de Saña. Iglesia de San Agustín.
D. Diego Morcillo y Rubio de Muñón, XXVII virrey del Perú y X arzobispo de Lima.
Fray Diego Morcillo y su rúbrica. Grabado por Evaristo San Cristóval (1891).