Era guardado con gran cautela y solo podía ser abierto por la Real Audiencia respectiva solamente si llegase a suceder lo previsto, o quemado al término del período de gobierno.
El personaje elegido asumía el cargo con el título de Virrey interino.
La primera y única vez en que un virrey interino asumió el poder en Perú mediante el pliego de sucesión fue en 1710.
En dicho pliego aparecían tres nombres: Como los dos primeros ya habían fallecido, el tercero hubo de dejar su sede y encaminarse a Lima.
Este fue finalmente confirmado como virrey titular a fines del mismo año.