Su nombre proviene del latín creta, que significa «tiza»,[3] y fue definido como un período independiente por el geólogo belga Jean d'Omalius d'Halloy en 1822, basándose en estratos de la cuenca parisina (Francia).
[7] Los sedimentos que pertenecen al Cretácico inferior suelen ser detríticos (pudingas y areniscas); hacia la mitad del periodo aparecen margas, y finalmente se desarrollan calizas marinas, con alguna intercalación lacustre.
[8] En las Montañas Rocosas (Estados Unidos), los sedimentos cretácicos se presentan de manera alterna con origen marino o terrestre.
A lo largo del margen occidental casi ninguno de los sedimentos que posee es marino.
Aquí se reconocen tres formaciones: Durante el Cretácico, el nivel de los mares estaba en continuo ascenso.
El supercontinente Pangea se fue dividiendo durante el Mesozoico para dar lugar a los continentes actuales, aunque con posiciones sustancialmente diferentes.
A principios del Cretácico existían dos supercontinentes: Laurasia y Gondwana, separados por el mar de Tetis.
El sistema de fallas del Jurásico inferior había separado Europa, África y el continente norteamericano, aunque estas masas permanecieron próximas entre sí.
Otra vía marina cruzó África a través de la región del Sahara central.
Las temperaturas ascendieron hasta alcanzar su máximo punto hace unos 100 millones de años, en los cuales no había prácticamente hielo en los polos.
Durante el Cretácico, varias clases de reptiles llegaron a su apogeo, especialmente los dinosaurios, que habitaron por aquel entonces todas las regiones del planeta.
Al finalizar el período la mayoría de la fauna, tanto terrestre como marina, sufrió la extinción masiva del K-T. Al final del Cretácico, el plancton oceánico había evolucionado hasta adquirir un carácter completamente moderno.
Las diatomeas originadas en el Jurásico e incluso mucho antes, experimentaron su gran expansión en el Cretácico medio, junto con dinoflagelados.
Lo mismo ocurre en los mares cálidos con el nanoplancton calcáreo y los foraminíferos planctónicos (globigerinas), que habían aparecido en el Jurásico.
Los mosasaurios, que alcanzaban hasta longitudes de 17 metros, eran considerados los más feroces depredadores marinos en el Cretácico superior.
Los mosasaurios poseían largas mandíbulas con dientes afilados, juntas a un cuerpo delgado y extenso con extremidades en forma de paleta.
En cuanto al bentos, comenzó a ofrecer un aspecto moderno, y continuó la decadencia de los braquiópodos.
Los pterosaurios cretácicos desarrollaron gran variedad de formas que siguieron unas determinadas tendencias.
Los principales yacimientos de dinosaurios se encuentran en las Facies Wealden (Cretácico inferior) y en la formación Nemegt del Cretácico Superior en Mongolia, en la homónima cuenca de Nemegt, en el desierto del Gobi.
Los dinosaurios dominantes en la zona eran los ornitópodos, un grupo surgido a finales del Jurásico.
Los primeros hábitats de las angiospermas parecen haber sido áreas fuertemente perturbadas por corrientes o inundaciones.
Los matorrales, malas hierbas con rápido crecimiento y pequeños arbustos, pudieron dominar estos medios, si eran capaces de producir semillas con rapidez.
Otros insectos polinizadores del Jurásico y Cretácico temprano pudieron pertenecer a los dípteros, himenópteros o ser incluso pequeñas mariposas nocturnas.
También se han encontrado insectos excepcionalmente conservados en el Cretácico inferior de Baissa (Siberia).
La primera abeja cretácica no fue descubierta hasta 2006 por George Poinar, hijo, en ámbar procedente de Birmania.
La extinción masiva de finales del período Cretácico exterminó a los dinosaurios, pterosaurios, reptiles nadadores, plesiosaurios y mosasaurios, Ammonoidea, rudistas e inocerámidos.
El nannoplancton calcáreo y los foraminíferos planctónicos experimentaron pérdidas importantes pero se recuperaron durante la Era Cenozoica.
También hay otros grupos, como los ictiosaurios, supuestamente extinguidos en el límite K-Pg, pero que realmente habían partido mucho antes.