En tierra firme, la bioerosión suele ser realizada por plantas pioneras u organismos similares a las plantas, como el liquen, y en su mayor parte es de carácter químico (por ejemplo, mediante secreciones ácidas en la piedra caliza) o mecánico (por ejemplo, mediante las raíces que crecen en las grietas) en la naturaleza.
La bioerosión en los arrecifes coralinos es un proceso que influye directamente en sustrato arrecifal carbonatado depositado en forma de esqueletos por parte de organismos calcificadores como los corales hermatípicos o algas calcáreas.
Por su capacidad de remover carbonato de calcio, los principales bioerosionadores internos incluyen esponjas erosionadoras como algunas especies del género Cliona, bivalvos como Lithophaga, poliquetos como Aspidosiphon sp., entre otros macrobioerosionadores; así como algunos microorganismos incluyendo cianobacterias como Plectonema terebrans, clorófitas como Ostreobium quekettii, hongos, foraminíferos, etc.[5][2] A través de su actividad, estos organismos generan sedimento extremadamente fino con diámetros de 10 a 100 micrómetros.
Esto, gracias a que poseen una dentadura fusionada a modo de pico, así como los músculos de la mandíbula bien desarrollados, y un molino faríngeo, para penetrar el sustrato arrecifal y extraer su alimento.
La macrobioerosión, que produce perforaciones visibles a simple vista, muestra dos radiaciones evolutivas distintas.