Las adyacentes regiones de Las Guayanas y el Gran Chaco también poseen selvas tropicales, por lo que muchas veces se las considera parte de la Amazonia, especialmente por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, del inglés World Wide Fund for Nature).
[2] Se considera que su extensión llega a los 7 000 000 km², repartidos entre nueve países, de los cuales Brasil y Perú poseen la mayor extensión, seguidos por Colombia, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Surinam y Guayana Francesa (colectividad territorial francesa).
No obstante, la delimitación de la Amazonia ha variado con los años, dudando si debe incluirse toda la selva o bien solo la cuenca del río Amazonas; aun así, esto no ha impedido que países como Colombia, Perú, Venezuela y Brasil llamen a algunas de sus divisiones administrativas como Amazonas, haciendo énfasis en su soberanía y reclamaciones sobre el territorio.
Dichos ecosistemas se habrían extendido a causa de cambios climáticos en los trópicos durante las glaciaciones cuaternarias.
[15] A pesar de cierta popularidad en las últimas décadas del siglo XX se le criticado por carecer fundamentos en estudios paleoecologicos.
También la pesca, es primordial en el territorio amazónico, se presentan varias exportaciones de peces hacia toda la región, en general el pirarucú.
La explotación del caucho consolidó modelos extractivistas que consolidaron a su vez, la explotación laboral tanto de colonos como de indígenas nativos; estos últimos vieron reducido su territorio y hoy en día siguen reivindicando sus derechos.
Dicha política colonizadora fue heredada por las naciones sudamericanas, las cuales se han ido extendiendo por la selva y fundando poblaciones para legitimar su soberanía sobre una zona.
En ocasiones dichos reclamos terminaron en guerras, como la guerra colombo-peruana y en otras ocasiones se resolvieron por vía pacífica mediante tratados, muchos de los cuales favorecían más a una nación que a otra.
El desconocimiento temprano del terreno conllevó a que muchas fronteras sean líneas rectas trazadas por los políticos en lugar de límites naturales, separando así a los pueblos indígenas que ya habitaban el territorio.
Los pueblos autóctonos de la región pertenecen a diferentes grupos lingüísticos entre los que no se ha probado una relación filogenética clara, lo cual sugiere que tanto la diversidad cultural como lingüística se remonta a milenios atrás.
Esta diversidad pudo darse, en parte porque a diferencia de otras regiones donde desde antiguo existieron importantes imperios, en esta región no existieron sociedades estatales suficientemente duraderas como para tener un efecto nivelador en el plano cultural y lingüístico.
No obstante, dado el aislamiento de la región, buena parte de las misiones tanto católicas como protestantes se realizaron entre los siglos XIX y XX (incluso continúan en el XXI), siendo las primeras misiones establecidas en las zonas más cercanas a las cordilleras y ciudades fundadas por los europeos.
En tal caso, deberían contarse el hinduismo, el budismo o el islam; como muchas otras prácticas sincréticas entre sí.
En el siglo XXI, el papa Francisco convocó un sínodo panamazónico para adoptar un enfoque moderno y coherente a la realidad amazónica.
El sínodo causó descontento en los sectores más conservadores de la Iglesia que temían el fin del celibato sacerdotal.
Debido al cambio climático, existe un alto riesgo de que el ecosistema amazónico colapse en los próximos años, especialmente debido a que la temporada de sequía se ha extendido hasta un mes más por año en las últimas décadas.
Datos satelitales han demostrado que las quemas son mucho menos frecuentes en áreas clasificadas como territorios indígenas.
[34] La creciente destrucción de la Amazonia ha hecho que distintas comunidades indígenas se organicen para defender el ecosistema.
[35] Debido al alto grado de violencia, los guardianes del bosque han recurrido a la defensa armada.