Se conocen casos de humanos adultos atacados,[cita requerida] aunque ninguna serpiente (Malayopython reticulatus como excepción) tiende a atacar a un ser humano, salvo por defensa propia, ya que estos no forman parte de su cadena trófica.
Habita en las cuencas de los ríos Orinoco, Putumayo, Napo, Amazonas, Paraguay y Alto Paraná.
Un mito popular asegura que se trata de la serpiente más grande (y que pueden alcanzar tamaños descomunales no comprobados de 10-15 metros y 160-400 kilos), sin embargo, ese título pertenece a su pariente asiática, la pitón reticulada.
En los llanos venezolanos, su rival es el cocodrilo del Orinoco (Crocodylus intermedius), que compite con ella al alimentarse de carpinchos (Hydrochoerus hydrochaeris).
Se enroscan a su presa formando anillos con su cuerpo, pero, por lo general, no es la fuerza de la constricción lo que mata a la presa, sino que le impide respirar, presionando el tórax para imposibilitar la inhalación, y lo logran por la inmensa fuerza de su cuerpo.
La anaconda no tritura sus presas; su mandíbula se desencaja, permitiéndole tragar la presa entera y utiliza su fila de dientes interior (tienen cuatro filas de dientes, una ordinaria y otra en el paladar) para ir avanzando sobre su alimento e irlo introduciendo en su garganta.
La digestión de una presa grande puede demorar varias semanas, durante las cuales la serpiente se encuentra casi inactiva y dormida en una rama o junto al agua.
La anaconda pasa la mayor parte del tiempo en los árboles, aunque también baja al agua para capturar presas fáciles.
[cita requerida] Se han visto anacondas caníbales, la mayoría hembras devorando machos pequeños,[4] posiblemente para asegurar la supervivencia durante la temporada seca, cuando escasean las presas.