Las primeras traducciones bíblicas comenzaron en el mismo amplio periodo en que sus libros se fueron redactando: el texto masorético en hebreo, los tárgum en arameo y la traducción al griego denominada Biblia de los Setenta (siglo III a II a. C.), que se realizó de los textos originales que componen la Biblia hebrea del judaísmo (Antiguo Testamento para el cristianismo).
Unos años antes, en 1471, había aparecido la primera Biblia impresa en italiano (traducción de Nicolò Malermi).
Otras antiguas traducciones judías, tales como los Targums en arameo, siguen de cerca el texto masorético de la Biblia hebrea, y todas las traducciones judías medievales y modernas se basan en la misma fuente.
El movimiento más difundido para traducir libros de la Biblia para traducir libros de la Biblia que se remontaban al siglo III a. C. La mayoría del Tanakh existía en hebreo, pero muchos judíos vivían en Egipto, en donde Alejandro Magno había fundado Alejandría.
En la antigüedad, existían varias lecturas o interpretaciones en hebreo, algunas de las cuales han sobrevivido en el Pentateuco Samaritano, los pergaminos del Mar Muerto, y otros fragmentos antiguos, además de existir referencias a ellas en versiones antiguas en otros idiomas.
[4] Los judíos también escribieron traducciones no literales o parafraseadas denominadas targums, especialmente en arameo.
A menudo expandían y elaboraban el texto con detalles adicionales tomados de la tradición oral rabínica.
Esta elaboración ecléctica de la Septuaginta tuvo una influencia significativa en el texto del Antiguo Testamento en varios manuscritos importantes.
Las traducciones cristianas también tendían a basarse en la versión en hebreo, aunque algunas prefieren la Septuaginta (o pueden presentar citas alternativas de ambas).
"[6] Jerónimo comenzó revisando las primeras traducciones latinas, pero terminó retrotrayéndose al original griego, saltándose todas las traducciones, y retornando al hebreo original cada vez que pudo en vez de utilizar la Septuaginta.
En el 331, el emperador Constantino le encargó a Eusebio que produjera cincuenta Biblias para la Iglesia de Constantinopla.