Hay algunos textos que al parecer fueron llevados a un más alto valor, como algunos manuscritos de los evangelios en latín que contienen los cuatro evangelios canónicos, aunque difieren sustancialmente unos de otros en la traducción.
Abundan los solecismos gramaticales y algunos reproducen el griego o el hebreo literalmente, tal cual aparecen en la Septuaginta.
Por ejemplo, la siguiente cita del Salterio Galicano es un verso que ha sido frecuentemente salmodiado en el Libro de los Salmos (Salmos, 121:6 en otras versiones) : Rogate quae ad pacem sunt Ierusalem, es decir, "rogad a los que están por la paz de Jerusalén".
Por otra parte, el traductor se vale de la expresión ad pacem (literalmente, "hacia la paz") en lugar de la más idiomática in pace, así como del topónimo Ierusalem, que aparece en la oración como un nombre propio indeclinable cuya función gramatical debe inferirse del contexto.
Traducciones en latín antiguo de libros sencillos puede hallarse en manuscritos hasta el siglo XIII.
Estos Salmos ya habían llegado a ser ampliamente usados en la liturgia, y su fraseo era familiar al de los adoradores a pesar de sus ocasionales divergencias con respecto al uso del latín clásico.