Sublevación militar de 1936 en la Guinea Española

Pasaron tres meses hasta que la isla de Fernando Poo se sublevara contra el gobierno de la República, mientras que la zona continental se mantuvo por unos días fiel al gobierno.[1]​ La población española era escasa, apenas dos mil personas, y no se había llevado a cabo una verdadera labor colonizadora.La población indígena estaba sometida a innumerables abusos —según Ángel Miguel Pozanco, escritor y funcionario colonial que participaría en la defensa de la colonia contra los sublevados, y que dejó su testimonio en el libro Guinea mártir (narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte),[2]​ lo que vio desde 1935 fue una «población nativa vestida con taparrabos, en ruina física a causa de las enfermedades endémicas, o de transmisión sexual, dada la promiscuidad reinante y a causa del consumo excesivo de alcohol»—.[3]​ Las promesas emancipadoras de la República no habían tenido ninguna aplicación en la Guinea Española.Sánchez-Guerra había sido nombrado inicialmente como responsable de las obras en los puertos de Bata y Santa Isabel,[6]​[7]​ lo que había causado cierto revuelo en la metrópoli en relación con el «Asunto Tayá», un escándalo de corrupción que había contribuido a acentuar el descrédito del Partido Radical.[1]​ Antes del estallido de la Guerra Civil, solo había un partido político organizado en Guinea, el Frente Popular.Asimismo, solicitó a Madrid un barco de guerra, como medida preventiva.[13]​ Entre su dotación estaba el tercer maquinista Eugenio Rodríguez Sierra, miembro clave de la UMRA.Fundamentalmente porque los conspiradores en la metrópoli y el protectorado de Marruecos no habían organizado sublevación alguna en la colonia africana.Pero no hay unanimidad sobre el resto de razones, aunque se coincide en algunas.Manuel Burgos Madroñero señala que, además de las escasas y confusas noticias llegadas a la colonia, la razón fundamental de la calma era un acuerdo implícito entre las partes por miedo a que los nativos pudiesen aprovechar los enfrentamientos entre las facciones coloniales para sublevarse y tomar el control de la colonia.[15]​ En todo caso, la colonia siguió bajo el control del gobierno de Madrid.[15]​ También según este autor, la marinería del Méndez Núñez, en unión con los militantes locales del Frente Popular, llevaron a cabo algunas acciones, como un mitin en el que «se incitaba a los negros a sublevarse contra los blancos», la prohibición de la catequesis o el cierre de algunas iglesias, sin que en ningún caso estas acciones fuesen violentas.[20]​ Otros autores han señalado que, tras conocerse en la colonia el asesinato del líder derechista José Calvo Sotelo, se organizaron varios mítines políticos y hubo algunos incidentes entre grupos de "laicos" (simpatizantes del Frente Popular) y "clericales" (plantadores socios del Casino de Santa Isabel).[16]​ Pero desde el Ministerio de Marina se le ordenó ese mismo día que regresara inmediatamente.[13]​ A su llegada a Fernando Poo, siguiendo las órdenes del gobierno, el capitán Batres cesó como comandante del buque, y la tripulación eligió al teniente de navío Ángel Bono como sustituto, sin saber que este también era partidario de los sublevados.Todos los oficiales menos tres que aceptaron seguir a las órdenes del gobierno fueron desembarcados y confinados en San Carlos —actualmente Luba—, la segunda localidad en importancia de Fernando Poo.[13]​ En su bando, afirmaba: «Las últimas medidas adoptadas por el Gobierno de Madrid con relación a la colonia pone[n] una vez más en evidencia que los sacrificios que todos los buenos españoles nos habíamos impuesto para que la normalidad no fuera alterada en lo más mínimo bajo el mando del digno gobernador Excmo.[26]​ Según Sánchez Togores, la razón de la sublevación habría que buscarla menos en la afinidad ideológica con uno de los bandos en liza en la Guerra Civil que con las posibles amenazas al statu quo colonial.[25]​ Los alzados marcharon sobre Bata,[10]​ produciéndose cerca de Bolongo, en la ribera del río Ekuku, una escaramuza con las fuerzas gubernamentales comandadas por Fontanet.[11]​ Las tropas estaban al mando del comandante de Infantería Gonzalo Gómez Abad.[11]​ Tras capturar el Fernando Poo, varias lanchas de desembarco se dirigieron a la costa.[35]​ En Burgos, el subgobernador Hernández Porcel y Ángel Miguel Pozanco fueron condenados a muerte in absentia.[32]​ Con esta última operación, todos los territorios españoles en el golfo de Guinea quedaban firmemente en manos franquistas.