A orillas del Océano Atlántico, este municipio limita con los de Tiugsa, Amel-lu y Mesti.
Otras denominaciones del lugar son Ait Ijelf o Id Brahim Iusf.
Lo cierto es que los morabitos guardan siempre relación con puntos de agua, "ya sean pozos, riachuelos, ramblas o fuentes, casi siempre en lugares altos y se ofrece la oportunidad de ser enterrado junto al santo, por lo que casi siempre podemos hallar un pequeño cementerio en el entorno".
La ciudad se encuentra en una zona desértica, situada en el borde de una estrecha meseta, entre Yebel (monte) Bu Laalam y una costa acantilada, interrumpida por la desembocadura del río Ifni, que en realidad es un torrente que solo lleva agua, tumultuosamente, cuando llueve en la zona (entre octubre y, sobre todo, noviembre y en febrero/marzo).
Un agua que tiñe de marrón la costa, justo en línea desde la desembocadura hacia el sur, desvelando una fuerte corriente marina costera.
Sin embargo, la ciudad goza de un microclima especial, bastante más suave que en el caluroso territorio del interior.
En el lugar solo existía una pequeña construcción, un aduar denominado Amezdog, perteneciente a la cabila El Mesti de la tribu bereber Ait-Baamarani,[1] y de la que no queda actualmente ningún resto.
El 4 de abril Capaz, tras recibir la autorización del Gobierno español, embarcó en el cañonero Canalejas rumbo hacia Ifni.
[7][8] Para 1940 la estructura urbana estaba ya muy avanzada en sus calles, plazas y edificios principales.
Salvo un plan frustrado de las fuerzas irregulares marroquíes para acabar con la oficialidad española, los leves incidentes iniciales y algún atentado, Sidi Ifni no se vio afectada directamente por los acontecimientos militares.
Esas posiciones defensivas, bastante numerosas, y las pistas de tierra que las comunican, son aún perfectamente visibles.
En 1958 perdió su condición de capital administrativa del África Occidental Española.
[11][12] Un aspecto fundamental de la gestión política española en la zona fue el reconocimiento y respeto a los usos y costumbres de la población ait-baamarani, así como a sus creencias religiosas.
El primer puerto teleférico, inaugurado en 1967 por los españoles, fue una solución única y original para salvar las difíciles condiciones del litoral.
En realidad, se trata históricamente del segundo aeródromo español en Sidi Ifni, ya que el primero se ubicaba en una pequeña pista, que aún existe, en la esquina noroeste del actual campo de aviación.
Por todas estas razones, y por las exigencias modernas del tráfico aéreo, será difícil que dicho viejo aeropuerto vuelva a funcionar.
En Sidi Ifni, las huellas del pasado español son aún muy visibles.