Haquetía

Sus denominaciones y ortografías son vacilantes: haketía, haketilla, haquitía, jakitía, jaquetilla, haketiya, haketiyya, hakitiya, jaquetía.

La teoría más plausible y aceptada por la mayoría de los lingüistas consiste en un derivado de la raíz árabe del verbo haka, حكى (decir, hablar, narrar), a la que se unió una terminación castellana.

Con la llegada de los expulsados, los megorashim, la población se fusionó y creció considerablemente, gracias a los aportes que estos hicieron en cuanto a sus conocimientos intelectuales, religiosos (especialmente en estudios talmúdicos), sus cuentos, refranes, romances, sus tradiciones culinarias, su literatura específica, sus tradiciones sefaradíes y su bagaje lingüístico, desconocido hasta ese momento por los locales.

En cambio emplearon el árabe o bereber para entenderse con los habitantes nativos de la región, incluidos los judíos autóctonos (que con el tiempo se asimilarían en las comunidades sefardíes, también lingüísticamente).

A partir de fines del siglo XVIII, comenzó muy lentamente la emigración hacia América Latina.

Se reanudó en 1918 hasta 1939 y luego en 1956 por la inestabilidad causada por las luchas por la independencia de Marruecos.

Hubo un fenómeno importante a partir del año 1860 y es que se produjo una mayor hispanización de la haquetía, a tal punto que se perdió el sentido de hablar en un idioma diferente.