Principio de razón suficiente

El principio de razón suficiente (en francés: principe de raison suffisante; en latín: principium reddendae rationis) es un postulado filosófico según el cual todo lo que ocurre tiene una razón suficiente para que sea así y no de otra manera, o, en otras palabras, que todo tiene una explicación suficiente.El resultado del principio, sin embargo, es muy diferente según se interprete una «explicación suficiente» de una u otra manera.En la actualidad sigue siendo una cuestión abierta si el principio de razón suficiente puede ser considerado un axioma en una construcción lógica como en una teoría matemática o en una teoría física, porque los axiomas son proposiciones que se aceptan sin necesidad de tener una justificación dentro del propio sistema.[cita requerida] Los axiomas son las proposiciones básicas de las nociones primitivas no definidas.[1]​ Se diferencia entre una versión fuerte y débil del principio de razón suficiente.[2]​[3]​ Alexander Pruss y Richard M. Gale los diferencia así:[4]​ Una versión modal del principio de razón suficiente fuerte lo toma como necesario en todos los mundos posibles, mientras que una versión modal débil lo presenta como contingentemente verdadero.La formulación moderna del principio generalmente se atribuye al filósofo de la Ilustración temprana Gottfried Leibniz, pero no fue un iniciador.[7]​[8]​ Dice Leibniz:¿No ha hecho uso todo el mundo de este principio en mil ocasiones?[9]​Varios filósofos que lo precedieron incluyen a: Anaximandro,[10]​ Parménides, Arquímedes,[11]​ Platón, Aristóteles,[12]​ Epicuro,[13]​ Cicerón,[14]​ Avicena,[15]​ Tomás de Aquino y Spinoza.Incluso estas verdades contingentes, según Leibniz, solo pueden existir sobre la base de razones suficientes.El racionalismo cartesiano considera que la descomposición analítica de cualquier hecho en elementos más simples permite conocer el orden lógico que constituyen las cosas complejas,[nota 1]​ así como las relaciones causales entre ellas.[33]​ Leibniz también utilizó el principio de razón suficiente para refutar la idea de espacio absoluto:Digo entonces, que si el espacio es un ser absoluto, habría algo para lo cual sería imposible que hubiera una razón suficiente.El sentido de este pequeño principio de razón (der kleine Satz von Grund) es el sentido originario del «logos», como lo que «se hace ver», lo que se abre del ser para hacerse «presente».De esta forma, este pequeño principio se convierte en el gran principio (grosse Grundsatz), cuando habla como «palabra del Ser» (als Wort vom Sein), llamando a este Ser «Razón».Teniendo en cuenta todo lo anterior las varias maneras de entender el principio de razón suficiente adquiere las siguientes formas de entenderse: José Ferrater Mora concluye que todos estos modos están relacionados: puede considerarse ontológico, pero al mismo tiempo es lógico o lógicamente formulable; pero a la vez es un principio que se impone a todo pensar y, como tal todo pensar como pensamiento tiene su origen en el principio de razón.A lo largo de la novela, los acontecimientos desafortunados harán que Cándido sea cada vez más crítico con este principio.[42]​ Robert C. Koons y Alexander R. Pruss criticaron que el rechazo del principio de razón suficiente cae en un escepticismo extremo sobre la propia experiencia empírica.[43]​ Pero Michael Della Rocca señala que «parece como si, durante los últimos, digamos, 271 años, una gran parte de los mejores esfuerzos de los mejores filósofos se hayan dedicado a un ataque frontal directo» al principio.[44]​ La Stanford Encyclopedia of Philosophy expresa que: «A primera vista, el Principio parece tener un fuerte atractivo intuitivo (siempre pedimos explicaciones), pero muchos lo consideran demasiado audaz y costoso debido a las implicaciones radicales que parece producir».Aun así, este principio es ampliamente aceptado y defendido por filósofos como Quentin Smith.Objeciones apelan al libre albedrío y la indeterminación de la mecánica cuántica como incompatibles con el principio.Un ejemplo destacado de estos casos es la pregunta: «¿Por qué hay algo y no nada?».Sin embargo, si vemos esta pregunta válida, es muy difícil encontrar una razón que pueda responderse fácilmente allí.[50]​ Russell sostuvo que el universo es un hecho bruto, «está ahí, y eso es todo».Por otro lado, Richard Swinburne sostuvo a Dios como el último «hecho bruto supremo».En tal caso, surge la pregunta de «si para que un hecho sea bruto no debe ser explicado por nada, o si no debe ser explicado por nada más que él mismo».Todo esto se aplica también al universo si, como algunos han argumentado durante mucho tiempo, es una explicación final.[55]​ Puede relacionarse el principio aquí referido con la paradoja, del Asno de Buridán.