Su estructura es peculiar a la del Infierno, pues si aquel es un abismo este es una montaña, y el orden de las penas sufre un giro muy inesperado: el camino de Dante va del pecado más grave al más leve (que es la lujuria, o amor que se excede en la medida).
Cada alma debe por consiguiente recorrer todo el camino y purificarse en cada giro del pecado correspondiente.
El Purgatorio tiene la función específica de expiación, reflexión y arrepentimiento, y es solo a través del camino, es decir de la peregrinación hacia Dios, que el alma puede aspirar a la redención.
Los segundos incluyen a los demasiado perezosos o preocupados por su arrepentimiento, y aquellos que se arrepintieron en el último minuto sin haber recibido formalmente la unción de los enfermos, como resultado de muertes violentas.
Alegóricamente, el Sol representa a Dios, significando que el progreso en la penitente vida cristiana solo puede llegar a hacerse mediante la gracia divina[3] (del Cantos VI al VII).
La terraza de la cuarta se refiere al amor deficiente (es decir, la pereza o acedia), mientras que las últimas tres terrazas se relacionan con el amor excesivo o desordenado de las cosas buenas.
En la terraza hay almas orgullosas purgando sus culpas, Dante y Virgilio ven hermosas esculturas expresando humildad, la virtud opuesta.
El primer ejemplo es la Anunciación de la Virgen María, donde ella responde al ángel Gabriel con las palabras Ecce ancilla Dei ("He aquí la esclava del Señor," Lucas 1:38[16]).
Como de su querer los ángeles tuyos te ofrecen sacrificio, cantando hosanna, así también los hombres del suyo.
Mientras ellos caminan por la terraza, pueden llegar a ver y analizar los ejemplos de humildad en las esculturas.
La primera de estas almas es Omberto Aldobrandeschi, cuyo orgullo está junto a él en su descenso ("Yo era un Italiano, hijo de un gran Toscano: / mi padre fue Guiglielmo Aldobrandesco"[18]), aunque está aprendiendo a ser más humilde[19] ("Yo / no sé si habéis oído su nombre"[20]).
Luego los poetas ascienden a la siguiente terraza, Un ángel cepilla con sus alas la frente de Dante, borrando la letra "P" (peccatum) correspondiente al pecado del orgullo, y Dante oye la beatitud Beati pauperes spiritu ("Benditos son los pobres en espíritu" Mateo 5:3[23]) (Canto XII).
La envidia era el pecado que "mira con deseo y repudio la fortuna y riquezas de otros, tomando cualquier oportunidad para quitarles o privarles de su felicidad" Tal como una de las almas envidiosas dice: "Mi sangre estaba hirviendo con tanta envidia, que, cuando llegaba a ver a un hombre ser feliz, hubieras podido ver la lividez que me invadía.
Un ejemplo bíblico es Caín,[28] mencionado aquí no por su acto de fratricidio, sino por los celos que lo llevaron a él (Canto XIV).
Y lo veía inclinarse, por la muerte que ya le pesaba, hacia la tierra, mas con los ojos siempre al cielo alzados,
Dante también tiene visiones con ejemplos de ira, tales como Procne, Amán y Lavinia.
En este punto Virgilio explica a Dante la organización del purgatorio y su relación con el amor pervertido, deficiente o mal dirigido.
Los ejemplos de entusiasmo o energía, las virtudes opuestas, son clamados por las almas que recorren la terraza.
Estos perezosos están demasiado ocupados siquiera para conversar durante sus trabajos, por ello esta es una de las secciones más cortas del poema.
Alegóricamente, la pereza espiritual y la falta de cuidado llevan a la tristeza,[39] la buenaventuranza de esta terraza es Beati qui lugent ("Benditos sean los que sufren, pues serán reconfortados," Mateo 5:4[40]) (Canto XVIII y XIX).
Al caer la segunda noche, con los poetas aún en la terraza, Dante sueña con una Sirena, símbolo del amor desordenado o excesivo representado por la avaricia, la gula y la lujuria.
En las tres últimas terrazas se encuentran los que pecaron por amar buenas cosas, pero amándolas excesivamente o desordenadamente.
Veo al nuevo Pilato, una vez tan cruel, que ni eso lo sacia, pues sin decreto hasta el Temple lleva las codiciosas velas.
45-96 d. C.), a quien Dante presenta, aunque no en bases obvias o entendibles, como un convertido al Cristianismo.
Aquí Dante también encuentra a su amigo Forese Donati y su precursor poético Bonagiunta Orbicciani.
En explicación, Estacio habla de la naturaleza del alma y su relación al cuerpo (Canto XXV).
así por entre su hilera oscura se hociquean una con otra las hormigas, quizá para saber del camino o la fortuna.
[52] Aquí Dante conoce a Matilda, una mujer cuya identidad literal y alegórica "es seguramente el problema más tentador de la Comedia.
Esta alegoría incluye una denuncia de los papados corruptos, y sus vínculos con la monarquía Francesa[72] (Canto XXXII): "Tan segura como una fortaleza sobre una alta montaña, vi sentada en el carro a una prostituta desenvuelta, paseando sus miradas en torno suyo.
"[74] La Divina Comedia fue una fuente de inspiración para incontables artistas por casi siete siglos.