Los cistercienses, los dominicos y los franciscanos promovieron su uso en diversas circunstancias (en especial en la liturgia de las horas).
En 1250 Gregorio IX la aprobó y prescribió que se cantara al final del rezo de las Completas.
Texto en latínSalve, Regina, Mater misericordiæ,vita, dulcedo et spes nostra, salve.Ad te clamamus exsules filii Hevæ,ad te suspiramus, gementes et flentes,in hac lacrimarum valle.Eia, ergo, advocata nostra, illos tuosmisericordes oculos ad nos converte;Et Iesum, benedictum fructum ventris tui,nobis post hoc exsilium ostende.O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.
Amén La melodía sencilla que se usa habitualmente para cantarla parece haber sido elaborada por el P. F. Bourgoing.
Como un componente esencial del servicio de completas, el himno ha sido musicado por varios compositores incluyendo a Victoria, Palestrina, Josquin des Pres y Lasso.