Ciertas religiones condenan la gula porque se cree ser un deseo egoísta y lujurioso que busca solamente la satisfacción personal.
La gula se asocia social y psicológicamente a la teoría de las adicciones.
Una adicción[4] es como una enfermedad crónica y recurrente del cerebro que se caracteriza por una búsqueda patológica de recompensa o alivio a través del uso de una sustancia u otras conductas.
[cita requerida] La gula es un pecado capital para la religión cristiana ya que, según ésta, es un vicio del deseo desordenado por el placer conectado con la comida o con la bebida, el glotón continúa ingiriendo alimentos sin sentir hambre.
El mismo Jesucristo al hacerse hombre dispuso poco antes de la crucifixión que no se hiciera su voluntad sino la del Padre.
La justificación es la misma: la vida (en este caso la ajena) no es un don que, según los religiosos, Dios haya puesto en los humanos para disponer de ella a sus intereses sino un bien que se ha de cuidar.
La templanza es una de las Siete Virtudes que forman parte del Catecismo de la Iglesia católica, la cual sirve para que el cristiano sepa cómo afrontar la tentación de la gula, puesto a que se contrapone a ella y, por ello, sirve como toda virtud a salvar el alma.