Implica volver a la Ley moral de Dios, aunque esto llega a tener diferentes interpretaciones: desde un punto de vista más judaico, significa volver del mal camino para guardar los mandamientos de la Ley Mosáica y los estatutos del Antiguo Pacto, mientras que desde el punto de vista mesiánico y cristiano, implica volverse del camino del pecado para guardar los mandamientos y enseñanzas de Jesucristo, en el evangelio o Nuevo Pacto.
Además también resalta el sentido de negación personal de las personas arrepentidas, por ejemplo en Job 42:6: “Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza.” En la Biblia hay por lo menos dos términos que indistintivamente fueron traducidos como "arrepentimiento" de los manuscritos originales del antiguo testamento, y por lo menos otros dos términos griegos de los textos originales del Nuevo Testamento.
El término "nacham" aparece unas 40 veces aproximadamente en la concordancia hebrea, mientras que "shub" aparece más de 1,056 veces en el texto original del Antiguo Testamento.
[5] El uso del término "nacham" casi en todos los casos se aplica a Dios, y no al hombre;[6] por lo cual, cuando se llega a decir en la Biblia que Dios “se arrepintió”, el texto bíblico se refiere al cambio de parecer sobre el castigo o el mal que Dios había dispuesto, propuesto o iniciado hacia el hombre impío, a menos de que este último se arrepientiese.
La palabra hebrea na·jám, puede significar “sentir pesar; estar de duelo; arrepentirse” (Éx 13:17; Gé 38:12; Job 42:6), y también: “consolarse” (2Sa 13:39; Eze 5:13), “liberarse” o “desembarazarse (por ej.
Este es el caso de Job 42:6 donde Job escribió “Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en el polvo y en la ceniza”, y el caso de Números 23:19 donde se dice que "Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta", donde el uso del término quiere decir que Dios no puede volverse de algún camino pecaminoso, dado que Dios siempre ha sido Santo y nunca ha pecado.
En otras palabras, Dios, como deidad perfecta, no cambia en su naturaleza esencial (Malaquías 3:6, Hebreos 13:8), lo que cambia es la relación y la actitud de ira o misericordia, bendición o juicio que tiene hacia el hombre.
El primero se compone de me·tá, “después”, y no·é·ō (relacionado con nous, mente, disposición o consciencia moral), que significa “percibir; discernir; captar; darse cuenta”.
Los apóstoles siguieron el ejemplo de Cristo, predicando arrepentimiento y perdón de los pecados para las personas que creen verdaderamente en Él y se arrepienten.
Esto fue registrado en Hechos 2:14-40 donde se muestra que solamente después del arrepentimiento, los judíos pudieron recibir la promesa del Espíritu Santo y el Don de lenguas[12] ejemplificando la importancia vital que tiene para el cristiano.
Cuando la gente criticaba por qué Jesucristo cenaba con un pecador, Zaqueo le dijo: Señor, doy la mitad de mis bienes a los pobres y si en algo he defraudado a alguien se lo devuelvo cuadruplicado.
Otros dichos e incidentes en los tres evangelios mencionados expresan muy claramente el carácter del arrepentimiento que exigía Jesús a lo largo de todo su ministerio: por un lado, su naturaleza radical, como un vuelco y un retorno completos, ejemplificado en la parábola del hijo pródigo en Lucas 15:11–24; y expresando su carácter incondicional en la parábola del fariseo y el publicano, donde en su arrepentimiento, estos personajes confiesan sus pecados y reconocen que no tienen absolutamente ningún derecho ante el Dios Padre, y enseguida se entregan a Dios sin excusas o intentos de justificación personal (Lc.
Judas lo traicionó pero se sintió mal por sus acciones y devolvió el dinero que le dieron: le remordió de conciencia y se suicidó.
En contraste, en el arrepentimiento genuino y verdadero, por un lado, comparte el pesar que viene del remordimiento, reflejado en el hecho de que la persona se siente mal por lo que hizo, pero además pide perdón por las ofensas y los pecados cometidos mediante el lloro, lamentación y/o clamor hacia Dios, y sobre todo, se vuelve de un camino en el que se es guiado por Dios espiritualmente, en obras y en vida, logrando un cambio verdadero de mente y actitud respecto al pasado.
En particular, cuando el hombre se aleja voluntariamente de la dirección y el camino de Dios, descubre que la consecuencia, determinada por Dios, es un mal aún mayor (Gn.
Al mismo tiempo, el arrepentimiento se cita varias veces en Isaías 6:9–10 como explicación de la razón por la cual los hombres no se convierten (Mateo 13:14; Marcos 4:12; Juan 12:40; Hechos 28:26).
En el Libro de Apocalipsis destacan las muchas exhortaciones que se hacen al arrepentimiento, incluyendo las últimas palabras proféticas que Jesús da a las siete iglesias.
El arrepentimiento existencial se definió específicamente como «un profundo deseo de volver atrás y cambiar una experiencia pasada en la que uno ha dejado de elegir conscientemente o ha realizado una elección que no siguió las propias creencias, valores o necesidades de crecimiento».
Pueden existir diversos sistemas normativos internos que garantizan determinados beneficios a las personas que habiendo sido partícipes de un delito, colaboran a realizar la tarea de justicia delatando detalles e incluso infractores del delito.
En otras palabras, cuando alguien comete un delito y confiesa a las autoridades policiales las infracciones cometidas, llegado el momento del juicio dicha persona tendrá un beneficio en la pena que se le imponga, pudiéndosele aplicar la escala mínima de castigo que corresponde al delito.
Generalmente, este tipo de procedimiento no exige a la persona el reconocimiento explícito de que se haya equivocado ni requiere una petición expresa de perdón por ello, sino que se aplica dicho beneficio solo por el hecho objetivo de confesar que se ha cometido la infracción[16] y dar detalles explícitos que ayuden a la investigación.
A quien colabora con un trato mediático, se le puede tipificar en diversos casos como una persona o figura "arrepentida"; lo que resulta en un consideración jurídica aminorante o atenuante de su participación y pena judicial.