El frente que debe cubrir una brigada oscila entre 1000 y 1200 metros normalmente.
Este orden es individual Antiguamente se llamaba orden de batalla a la formación de una unidad con mucho frente y poco fondo, para poder hacer mayor fuego contra el enemigo u otros fines.
El ejército romano, que adoptó el orden extenso de la falange griega, pero pronto buscó en el manípulo, disposición escalonada en profundidad, que conseguía la victoria con sus esfuerzos reiterados y sucesivos para romper el frente, y en la Batalla de Cinoscéfalas y la Batalla de Pidna queda consagrado el nuevo orden profundo romano y su maniobra propicia al rompimiento, hasta que Aníbal, adoptando un nuevo orden lineal, consiguió los éxitos de Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas.
Julio César y Pompeyo volvieron al orden profundo y a los esfuerzos reiterados de sus tres o cuatro líneas de cohortes para producir la ruptura frontal.
Frente a este orden lineal se presentaba también el orden profundo con concentraciones densas por los partidarios de no permitir la penetración del adversario en sus filas, y consideraron otras formaciones apretadas como el muro, la muela, la cerca o corral.
Federico II el Grande hizo evolucionar la táctica conforme exigía el mejoramiento de las armas de fuego, y volvió a prevalecer el orden extenso, pero una preceptiva hace perder las cualidades maniobreras de sus tropas, surgiendo argumentos en favor del orden profundo.
Aunque el orden extenso se había impuesto a causa de los triunfos de Federico II, en Francia se siguió enseñando la teoría del orden profundo.
En las victorias de Federico II, algunos tratadistas, han querido ver la resurrección del orden oblicuo empleado por Epaminondas (siglo IV a. C.) El orden paralelo se convertía en orden oblicuo, cuando el bando que tenía superioridad rebasaba, por ejemplo las alas del contrario, en cuyo caso se replegaba sobre su centro, para romper el del enemigo y batir a su vez las alas dislocadas o caer sobre una de ellas.
Para constituir un orden oblicuo era necesario que hubiera una maniobra o serie de movimientos que desarreglaran el orden inicial, con el intento preconcebido de chocar o embestir con superioridad visible en un punto señalado del frente enemigo.
Es decir, se concedían los esfuerzos reiterados en el sentido del fondo y en dirección del frente para arrollar, hendir o romper, que es lo que caracterizó siempre al orden profundo.
Sin embargo, de esta disposición de tropa, para dar enlace a las tendencias estratégicas buscando la resolución en el gran frente y en el envolvimiento que llevaban su influencia hasta el campo táctico, se preconizaba que este dispositivo de tropas era apto también para que las reservas llevasen la acción por los flancos cuando así conviniera.
Orden disperso se llama con frecuencia al orden abierto, que se caracterizaba por presentar las diferentes fracciones de una unidad táctica escalonadas una detrás de otras, a distancias variables, pero siempre grandes, con la más avanzada formada en guerrilla, y las demás en línea o columna.
Para pasar la sección al orden disperso desde la línea, la escuadra del centro seguía detrás del guía y a su aire; las otras dos, alargando el aire, oblicuaban todo lo posible a la derecha e izquierda, respectivamente.
Las escuadras laterales practicaban igual la operación a la voz de sus oficiales cuando ganaban la separación necesaria para ello.
Para volver a la línea los jinetes de la segunda fila acortaban el aire y se colocaban detrás de sus cabezas de hilera; inmediatamente después todas las hileras oblicuaban hacia el centro, alargando el aire hasta que se reconstruía la línea.
El escuadrón pasaba al orden disperso siguiendo normas idénticas a las de la sección, desempeñando éstas el papel que anteriormente se asignaba a la escuadras.