Se ha concedido a los generales por logros excepcionales o el conjunto de una carrera destacada.
Napoleón sustituyó esas flores borbónicas por sus propias águilas y más adelante las repúblicas recrearon un bastón sembrado de estrellas.
El título derivó del cargo de marescallus Franciae creado por Felipe Augusto para Albéric Clément (circa 1190).
Bajo la Restauración borbónica, el título volvió a mariscal de Francia y Napoleón III conservó esta denominación.
Después de la caída de Napoleón III y el Segundo Imperio francés, la Tercera República no usó el título hasta la Primera Guerra Mundial, cuando fue recreado como una distinción militar y no un grado.