Detestado por la nobleza y por el pueblo que hicieron revueltas conocidas como "Las Zerbinitas", tuvo, sin embargo, una gran influencia política.
En 1616 destituyó al canciller Brulart de Sillery e hizo nombrar ministros al Cardenal Richelieu, Mangot y Barbin.
No se le podía arrestar porque Concini disponía de un pequeño ejército personal de más de 7000 soldados, sin contar a sus aliados.
Su mujer, Leonora Dori, llamada la Galigaï, fue juzgada por brujería y fue ejecutada por decapitación y quemado su cuerpo en la plaza de la Grève el 8 de julio.
Los bienes de Concini, especialmente el castillo de Lésigni y el palacio parisino de la calle de Tournon, le fueron confiscados y entregados al duque de Luynes.