Tenía grandes defensas ("colmillos") muy curvadas y cuatro molares, los cuales eran reemplazados seis veces durante la vida del animal.
Se han descubierto huesos, pelo, excrementos y contenidos estomacales, pero ningún individuo completo.
El mamut colombino prefería áreas abiertas, como los paisajes tipo parkland, alimentándose de juncos, pastos y otras plantas.
No llegó a vivir en las regiones árticas de Canadá, las cuales eran habitadas por el mamut lanudo.
Varias localidades preservan los esqueletos de múltiples individuos de mamuts colombinos, ya sea porque murieron en un único incidente como una repentina inundación, o porque eran lugares que funcionaban como trampas naturales en las cuales los individuos se acumulaban con el tiempo.
Los mamuts colombinos coexistieron con los paleoamericanos, quienes los cazaban por su carne, usaban sus huesos para fabricar herramientas y además hicieron representaciones artísticas suyas.
Aunque William Phipps Blake y Richard Owen creían que E. texianus era un nombre más apropiado para la especie, Falconer rechazó la denominación; además, sugirió que E. imperator[7] y E. jacksoni, los otros dos elefántidos norteamericanos descritos de molares, estaban basados en restos demasiado fragmentarios como para clasificarlos apropiadamente.
La familia Elephantidae apareció hace seis millones de años en África, e incluye a los elefantes actuales y los mamuts.
Al mismo tiempo, los cráneos se volvieron más cortos del frente hacia atrás para minimizar el peso de la cabeza.
Una población desarrolló 12–14 crestas, divergiendo y reemplazando a la forma anterior, convirtiéndose en M. meridionalis hace unos 2–1.7 millones de años.
Los mamuts derivados de M. trogontherii evolucionaron molares con 26 crestas hace 400,000 años en Siberia y se convertirían en el mamut lanudo (M. primigenius).
[13][23] Los mamuts colombinos tenían colmillos muy largos (en realidad, eran dientes incisivos modificados), los cuales eran más curvados que los de los elefantes modernos.
Los colmillos del mamut colombino generalmente no eran mayores que los de los mamuts lanudos, los cuales alcanzaban 4.2 metros.
[23][25] Los mamuts colombinos tenían cuatro dientes molares funcionales al mismo tiempo, dos en el maxilar y dos en la mandíbula.
Los dientes tenían crestas separadas de esmalte, el cual estaba cubierto con "prismas" dirigidos hacia la superficie masticatoria.
Los molares se hacían mayores, conteniendo más crestas con cada reemplazo, y el número de placas variaba entre individuos.
[27] Al igual que en los elefantes modernos, la sensible y musculosa trompa de un mamut era un órgano con muchas funciones.
Rocas parecidas se han encontrado en Hueco Tanks, Texas, y en Cornudas Mountain en Nuevo México.
Esto es apoyado por las colecciones fósiles como las del yacimiento de Dent (en inglés: Dent Site) en Colorado y el Monumento Nacional del Mamut, en Waco (Waco Mammoth National Monument), donde se han hallado grupos compuestos enteramente por mamuts coumbinos hembras y ejemplares jóvenes (lo que implica grupos liderados por hembras).
[23][33][35] Muchos especímenes se acumularon además en trampas naturales, tales como sumideros o dolina y pozos de brea.
Un individuo, apodado "Murray" yace de costado, y probablemente murió en esa postura mientras luchaba por liberarse.
El polvo y las hojas pudieron haber escondido al asfalto líquido, lo cual atraparía a los animales incautos.
Esto es indicado en los colmillos preservados por las secciones aplanadas y pulidas de la superficie que podían alcanzar el suelo.
El crecimiento del colmillo se ralentizaba cuando se hacía más difícil alimentarse, como ocurría durante una enfermedad o cuando un mamut macho era expulsado del rebaño (los elefantes machos viven en sus rebaños hasta que cumplen diez años).
Se han encontrado por ejemplo herramientas hechas con restos de mamuts en varios yacimientos norteamericanos.
En Tocuila, México, los huesos de mamut fueron usados hace 13 000 años para producir lascas y núcleos líticos.
[46] Los paleoamericanos de la cultura Clovis, la cual surgió unos 7.000 años después, pueden haber sido los primeros humanos en cazar a los mamuts sistemáticamente.
Otras posibles representaciones de mamuts colombinos han sido descartadas como malinterpretaciones o fraudes.
[47] Esta idea fue propuesta inicialmente por Paul S. Martin en 1967,[59] cuando expuso su hipótesis basándose en que había una correlación cada vez más evidente entre la expansión del Homo sapiens por el planeta y los eventos de extinción masiva que afecvtaban de forma casi exclusiva a la megafauna.
[61] Ambas especies habrían convivido alrededor de veinte siglos en América del Norte , pero en una localidad concreta la convivencia fue mucho más corta aún[6] Por lo tanto, es muy complicado encontrar restos arqueológicos que sean precisamente de las pocas décadas o siglos en que los mamuts y los seres humanos coexistieron en esa localidad dada.